martes, 30 de marzo de 2010

LOS SONIDOS DEL ESPACIO EN "LA VIDA ES SUEÑO"


Héctor Zeoli, nacido en Rosario, había estado muchos años en New York, participando de los conciertos sinfónicos de la Columbia University y de la Juilliard School of Music antes de volver a la Argentina para convertirse en el organista del Colegio Nacional Buenos Aires y de la Basílica del Santísimo Rosario, Convento de Santo Domingo.
Cuando yo llegué a la Dirección de Cultura de la Universidad de Buenos Aires, en 1974, para ocupar el cargo de Jefe del Departamento de Teatro, Zeoli era ya, desde mucho antes, el Jefe del Departamento de Música y bajo su dirección estaban la Orquesta de cámara y el coro de la UBA.
En 1979, al encarar el TUBA la ambiciosa producción de “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca, Héctor Zeoli se ofreció espontáneamente a realizar la música incidental. Nunca escribió la partitura. Hicimos algunos ensayos en el órgano del Buenos Aires, recitándole el texto al oído mientras sus dedos improvisaban en el teclado lo que él sentía que debía ser el concepto musical del espectáculo.
Un sábado a la madrugada, después del último casamiento, nos instalamos con nuestros equipos de grabación en la inmensa nave de Santo Domingo y comenzaba a amanecer cuando la sesión se dio por terminada. Las únicas interrupciones, de unos quince minutos cada hora, habían sido para dar paso al deambular de los seglares por el templo en penumbra, haciendo sus oraciones nocturnas.
A continuación podrá escucharse un fragmento de aquella imponente música incidental, que considero (como lo consideré en 1979), de una hondura metafísica tan sideralmente abismal como el trascendente texto de “La vida es sueño”.

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