domingo, 7 de marzo de 2010

ENCUENTRO CON UN HOMBRE NOTABLE

Como resabio de mi antigua actividad de director teatral “no universitario”, hacía un tiempo que la Asociación de Directores Teatrales (ADIT) me había designado como Secretario Cultural de una Junta directiva que presidía Luisa Vehil y de la que formaban parte, en otros cargos, Jorge Petraglia, Roberto Dairiens, Pedro Asquini. Elisa Strham y Rubén Pesce. Por entonces, -mediados de 1980-, llegó a Buenos Aires Peter Brook, para presentar un film suyo, rodado en zonas desérticas de Afganistán un año antes: “Encuentros con hombres notables”, que buscaba traducir en imágenes los relatos de Gurdjieff sobre el despojamiento de lo material para llegar a la perfección del alma a través del pensamiento trascendental. Me encomendaron ir a la búsqueda de Peter Brook para tratar de entrevistarlo y las circunstancias se dieron con mayor facilidad de lo que pensaba. No bien me crucé con él en la planta baja de un hotel de la avenida Córdoba y Maipú, grabador en mano, sentí que estaba con alguien que no sólo hablaba un castellano bastante fluido sino prácticamente el mismo idioma al que yo estaba acostumbrado a enfocar el hecho teatral. Se despidió de algunas personas que lo acompañaban y al saber que yo dirigía en Buenos Aires un teatro con jóvenes universitarios, me dijo: “Tengo poco tiempo, pero venga conmigo”. Subimos a un taxi, rumbo al cine Premier, donde iba a controlar el estado de la copia que se iba a estrenar al día siguiente y esa misma noche partía de vuelta a París, donde había organizado un laboratorio teatral con jóvenes provenientes de distintos países, sobre todo de Asia y de Africa. La charla que mantuvimos en el tiempo que duró la recorrida del taxi y un pequeño rato mas en el hall del Premier (que luego ADIT difundió durante un encuentro en Argentores con gente de teatro, que coordinó Osvaldo Bonet), fue suficiente para entender que Peter Brook no era hombre de métodos, sino más bien un explorador, que buscaba rodearse de jóvenes en etapa de iniciación, para intentar juntos la aventura de adentrarse en parajes nunca antes recorridos. Confieso que me sentí reconfortado. Aparte de otras obvias distancias, no estábamos tan lejos uno del otro en nuestras respectivas propuestas. Cuando le pregunté cómo definía la labor del director teatral se encogió de hombros y espontáneamente me contestó: “No hay definición posible. Todos piensan que el director es alguien que sabe de antemano lo que los demás tienen que hacer y no es así. Apenas si es el guía que se anima a ir delante de los otros por el sendero del bosque. Si la lucecita que lleva colgando de su mano se le apaga de pronto, está tan perdido como el resto.” Muy a las apuradas, Peter Brook se las arregló para pasar un rato por el TUBA, temprano, antes de que llegara el grueso de la “troupe”. No le llamó demasiado la atención el estado calamitoso de nuestras “instalaciones”; él seguía estando, y muy a gusto, en lugares quizá mucho peores. Los pocos que ya estaban en sus tareas de precalentamiento para el ensayo de la noche, tuvieron el privilegio de escucharlo (en un casi perfecto castellano), definir sus puntos de vista sobre el teatro de investigación y sobre la formación de los nuevos actores. Son unos siete minutos imperdibles de charla, que todo estudiante actual de teatro debería rescatar de este Blog y tratar de incorporar a su formación. Lo que nosotros no supimos, en aquel momento, fue tomar en cuenta una de sus frases más decididamente cruciales: “El teatro no debería ser nunca destruido por una situación destructiva”. Nuestra situación destructiva era el desamparo, el hostigamiento diario de que éramos objeto por parte de la propia Universidad. Debimos haber sabido sobreponernos a toda esa inmundicia y no abandonarlo todo en junio de 1983, pero… Cuando la charla estaba en lo mejor y cuando ya había muchos más integrantes del TUBA presentes, Peter Brook miró la hora y prácticamente salió disparando. No sé si alcanzó a escuchar los aplausos que le brindamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario