lunes, 15 de marzo de 2010

EL PROYECTO DE LA GIRA LATINOAMERICANA DEL TUBA


A fines de 1982 un integrante del TUBA tuvo la feliz idea de proyectar una gira latinoamericana, a realizarse en el verano de 1984.
Estábamos jugados. Sabíamos el riesgo que corríamos que nos pusiesen desde el Rectorado de la Universidad todas las trabas habidas y por haber para que la gira no se concretase, pero no bien comenzaron a llegar, una tras otra, las respuestas afirmativas de una enorme lista de Universidades dispuestas a recibirnos, nuestra confianza se fortaleció.
El proyecto, de todos modos, no dejaba de ser descabellado, a sabiendas del opresivo contexto en el que nos hallábamos. El intento de vincularnos con el movimiento latinoamericano de teatros universitarios partía del conocimiento, que ya por entonces teníamos, del auge que esos centros dramáticos tenían desde hacía muchísimos años.
En Chile existía desde el año 1942 el Teatro de la Universidad Católica; desde 1964 el Teatro Nacional Chileno de la Universidad Estatal y desde la misma época el Teatro de la Universidad de Antofagasta. (En un CD-ROM editado en el año 2002 por la Pontificia Universidad Católica de Chile, bajo el lema: “Los teatros universitarios en escena”, se comenta que: “Estos teatros universitarios han sido los pilares de la creación, la formación y el pensamiento teatral en Chile en la segunda mitad del siglo XX, proyectando su labor a nivel latinoamericano y mundial”).
En México estaban el Teatro de la Universidad Autónoma Nacional, el Teatro de la Universidad de Puebla, el de la Universidad de Tecate y el Taller Universitario de Teatro de la Universidad Autónoma de Baja California, en Tijuana.
Es precisamente en el texto de la ley orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México donde hallamos una de las más sólidas definiciones del rol gravitante de los claustros académicos en la formación de la cultura y del arte de una nación:

“Esta Universidad no sólo ha de estar dedicada a la docencia, sino también a la investigación y a la difusión de la cultura. Por lo tanto, es en ese territorio donde la universidad se convierte en la incitadora de la vanguardia que transforma el teatro nacional y construye la cultura, la literatura, la poesía, la pintura, la música, la danza y, también, el teatro moderno mexicano, todo ello enfocado como actividades propiamente universitarias.”.

En Colombia, sabíamos de la existencia del Teatro Universitario de Bogotá, el Teatro de la Universidad de Cúcuta, el Teatro Universitario de Santa Marta y el Teatro Universitario de Manizales, que para entonces ya tenían en su haber unos 30 años de labor continuada.

En Perú, el Teatro Universitario de la Universidad Nacional de Trujillo y el Teatro de la Universidad de San Marcos, donde varios actores argentinos habían participado ya en la década del cincuenta.
En Venezuela, el teatro universitario había sido creado en la Universidad Central en 1940. Su historia nos resultaba familiar, por las similitudes con la propia historia del TUBA. Desde sus inicios, este elenco de universitarios venezolanos había recorrido diversos lugares del interior de la República, en procura de un asiento estable. Estaban el Teatro Universitario de Maracaibo, el del antiguo Instituto Pedagógico de Caracas y el Centro Dramático de la Universidad Simón Bolívar.
Sabíamos también de la existencia del Teatro Universitario de La Habana, que era la agrupación de este tipo más antigua de Cuba y de América Latina. Había abierto sus puertas al público cubano el 20 de mayo de 1941, en la sala Rector Cárdenas de la Universidad, con la tragedia de Sófocles “Antígona”.

Durante las décadas del 40 y el 50, el Teatro Universitario de La Habana había contribuido al auge de ese género en el país y de sus seminarios de Artes Dramáticas habían surgido grandes figuras que durante muchos años prestigiaran la escena cubana.
Había sido director-fundador de este teatro un eminente profesor austriaco llamado Ludwing Shajowiez, quien se mantuvo al frente del grupo por espacio de cinco años. Al igual que el TUBA, el Teatro Universitario de La Habana había mantenido siempre una composición heterogénea, con planteles interpretativos y técnicos conformados por alumnos, graduados, profesores de la Universidad y también actores profesionales invitados.
Sonaba raro que un elenco universitario nacido en una región tropical como la del Caribe hubiera surgido de la iniciativa de un austriaco y sin embargo, estábamos enterados que el primer teatro universitario de la Argentina lo había creado en Mendoza, en 1949, la ucraniana Galina Tolmacheva, doctorada en Filosofía y Letras en Moscú y alumna de teatro, durante ocho meses, del célebre Constantin Stanislavsky.
En Brasil y Puerto Rico también había elencos universitarios, de modo que vincularnos a ellos, visitando con nuestros espectáculos las Casas de Estudio que los albergaban desde hacía tanto tiempo, podía llegar a vencer la resistencia de la Universidad de Buenos Aires a legalizarnos como institución, desvinculándonos de una vez por todas de esa maniática Dirección de Cultura de la UBA.
Huelga aclarar que la gira nunca se concretó, ya que en junio de 1983 el TUBA se vio obligado a cerrar sus puertas, al negársele la posibilidad de viajar por quince días a Mar del Plata. Imagínense lo que hubiera sido el momento de pedirle a la UBA que nos costease los viáticos para una gira latinoamericana…!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario