Necesito, a propósito del logro que significó para el TUBA el doble programa con las obras de Chéjov y Synge, transcribir un testimonio fechado el 18 de mayo de 1981, que deja ver a las claras cual era la disyuntiva del Teatro en su relación de dependencia obligada de la Dirección de Cultura:
Testimonio de la situación del TUBA, al lunes 18 de mayo de 1981:
Me apersono, como es habitual, a las seis de la tarde en la Dirección de Cultura y solicito audiencia con el Director. Una hora más tarde me recibe de pie y me manifiesta que sea breve, porque ya se va. El motivo de mi entrevista es ponerle al corriente de la marcha del Teatro, del éxito que se sigue obteniendo con el programa “Chéjov-Synge” y mostrarle las primeras fotografías del espectáculo, que el Director mira a la ligera. Escucha mi informe sobre la repercusión en el público y la gran afluencia de gente joven al Teatro, sin hacer ningún comentario y con total indiferencia y me dá una nota del Club Náutico San Fernando en la que se solicita la actuación del Teatro, adelantándome que él ya comprometió la visita. Le expreso que no estoy de acuerdo con ese tipo de presentaciones, ya que se trata de un club privado, aristocrático, sin proyección cultural en la comunidad y que los intérpretes del teatro no están para salir a entretener a gente bacana y ociosa, teniendo en cuenta que cumplen sobradamente su cometido con las funciones masivas de los fines de semana en Corrientes 2038 y las que se hacen periódicamente en las Facultades.
Van seis fines de semana que ha comenzado la temporada, se han hecho ya doce funciones del programa “Chéjov-Synge” con la sala colmada y ni el Director de Cultura ni ninguna otra persona de la Dirección ni de la Universidad han acudido a presenciar el espectáculo; ni siquiera han visitado una sola noche el Teatro para saludar a la gente que en él actúa y aporta su contribución honesta y desinteresada a la Universidad, haciendo todo tipo de tareas, desde las artísticas hasta las de personal de maestranza, limpiando baños y pasillos y saliendo por las calles a repartir volantes, aunque las noches sean inclementes.
La séptima temporada consecutiva del Teatro ha dado comienzo sin que la Dirección de Cultura haya intervenido en absoluto en apoyo de su labor o siquiera interesándose en conocer algún aspecto de la misma. No se cursaron invitaciones a los organismos de la Universidad ni se ha intentado ninguna comunicación desde el punto de vista publicitario, que contribuya a la mayor difusión de esta labor.
Ninguna iniciativa en apoyo del Teatro ha surgido desde ninguna de las áreas de la Dirección de Cultura, como podría ser tomar contacto con el Ministerio de Educación, para formalizar un convenio de concurrencia sistemática de contingentes de alumnos secundarios, acompañados de sus profesores o conseguir que los diarios publiquen en sus carteleras de espectáculos las funciones de sábados y domingos del Teatro, a fin de evitar que sus integrantes tengan que salir por las calles varias noches en la semana, sacrificando horas de estudio y de práctica dentro del Teatro, para repartir volantes.
Tampoco (y esto administrativamente es muy grave) ha tomado conocimiento ni registro la Dirección de Cultura de los nuevos integrantes surgidos de la inscripción realizada en marzo, lo cual hace que los que ingresan desconozcan al Organismo del cual dependen. El Teatro funciona como un ente autónomo, librado a su propia suerte.
Al pie de este testimonio, escrito torpemente al correr de la Olivetti, he puesto de puño y letra: Hasta cuándo...?.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario