lunes, 31 de octubre de 2011

2012: EL AÑO DEL FIN DEL MUNDO...O DE LA POSIBLE RESURRECCIÓN DEL TUBA


IMÁGENES DEL "DESCOMUNAL" MOVIMIENTO DE FESTIVALES, CONGRESOS, ENCUENTROS DE TEATROS UNIVERSITARIOS EN EL MUNDO ENTERO (MENOS EN LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, ARGENTINA)

En Junio de 2012 se anuncia la realización en la ciudad de Minsk, Bielorusia, del IXº Congreso mundial de la A.I.T.U., la Asociación Internacional de Teatro Universitario fundada en Bélgica en 1994 (ver el capítulo de este Blog del viernes 12 de marzo de 2010, titulado “Creación de la A.I.T.U. cuando el TUBA ya no estaba). La A.I.T.U. está representada en cinco continentes y tiene miembros en más de 50 países.
Será sede de este IXº Congreso la Universidad Estatal de Belarús. Los anteriores han sido en Quebec, Canada (1997); Dakar, Senegal (1999); Cracovia, Polonia (2001); Olimpia, Grecia (2003); Urbino, Italia (2006); Puebla, México (2008) y Leicestershire, Reino Unido (2010).
En algún momento, los organizadores de estos congresos bianuales o de otros encuentros a nivel internacional, van a poner sus ojos en la Argentina, cuya Universidad Estatal no cuenta desde 1983 (año en que se cerró el TUBA), con un elenco oficial de Teatro Universitario.
Déjenme pensar en términos de ilusionadas perspectivas: No podría suceder que las autoridades de la Universidad de Buenos Aires decidiesen acudir a este evento de 2012 en Minsk con un “resucitado” TEATRO DE LA U.B.A. …?
Siendo miembro participativo de la A.I.T.U., con un elenco propio que la identifique, la Universidad de Buenos Aires podría de este modo aspirar a ser sede de un futuro Congreso, en 2014, 2016, 2025 o 2094... si es que no sucede lo que los mayas vaticinaron para este inmediato 2012.
Por las dudas (y descontando que nada demasiado grave va a pasar con nuestro único hogar, el Planeta Tierra, en 2012), me permito orientar a quienes dentro de la U.B.A. tengan hoy poder de decisión como para reflotar el TUBA, a fin de que, si eso llegase a suceder, anoten la dirección del sitio web donde poder levantar la solicitud de inscripción en el Congreso de la A.I.T.U. en Bielorusia: www.theatre-fest.bsu.by/aitu/index-es.htlm.
Hago votos, desde este mi lugar de retiro definitivo del teatro en las playas de Mar del Plata, para que el sueño de ver revivir al Teatro de la Universidad de Buenos Aires (el TUBA) se cumpla alguna vez...antes que el calendario maya cumpla, dentro de veinte, cuatro mil o varias decenas de millones de años, lo que parece ser que había calculado mal para 2012.

domingo, 30 de octubre de 2011

ALGO "CREADO" QUE NO FIGURA AUN EN "EL LUGAR DE LAS COSAS CREADAS"

UNA GALERÍA DE IMÁGENES DE ESPECTÁCULOS HECHOS POR EL "TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES" A LO LARGO DE SUS NUEVE AÑOS DE ACTIVIDAD PERMANENTE (1974 - 1983)


Una de las acepciones que el Diccionario de la Real Academia Española asigna al término “Universidad” es: CONJUNTO DE LAS COSAS CREADAS.
Pues bien: el TUBA (o sea: el “Teatro de la Universidad de Buenos Aires”, que existió entre mediados de 1974 y mediados de 1983), fue algo CREADO, bajo el emblema de una Universidad y con las mismas premisas de cualquier universidad, desde sus lejanos orígenes a nuestros días: la investigación y la divulgación del saber.
Cuesta aceptar que tanto trabajo de investigación y divulgación de sus resultados prácticos en el campo del quehacer escénico, como el que ese Centro de Drama llamado “Teatro de la Universidad de Buenos Aires” desarrolló por espacio de prácticamente una década, no haya sido ni lo sea nunca atesorado por la Universidad que le dió su nombre y un espacio en la órbita de sus claustros.
Invito a recorrer este Blog desde sus primeros capítulos, en febrero de 2010. Hay a lo largo de los meses en que se fueron insertando imágenes, recortes de fragmentos grabados de funciones, encuentros con teatros de otras universidades o reseñas analíticas y textos procedentes de anteriores recopilaciones de hechos y circunstancias, un material inhallable actualmente en ningún archivo de la Universidad de Buenos Aires...pero que merecería (o más bien, DEBERÍA) formar parte de los archivos históricos de la UBA.
Es un DEBER impostergable para con una tarea cumplida con sostenido esfuerzo, con severidad de comportamiento y con enorme libertad creativa, por cientos de jóvenes entusiastas al servicio de la divulgación del teatro en todas sus formas, sin condicionamientos en las propuestas abordadas (a pesar de la contestualización de una época de terror) y solamente guiados en su apasionado accionar por el IDEAL DE LO HUMANO.

sábado, 29 de octubre de 2011

JORGE DUBATTI: ACUDIENDO A SU LARGA TRAYECTORIA COMO INVESTIGADOR TEATRAL, SIN OBTENER RESPUESTA

LOS JÓVENES DEL TUBA EN EL ESCENARIO DE "SU" SALA, EN CORRIENTES 2038, EN LA QUE HOY NO HAY NADA QUE LOS RECUERDE

El 1º de Mayo de 2010 me atreví a enviar al Profesor Jorge Dubatti un mensaje a su dirección de correo electrónico, que al igual que muchas cartas y trabajos anteriores sobre el TUBA, que a lo largo del tiempo le fui enviando, hasta hoy no tuvo respuesta.
Como personalidad de activa participación desde los inicios del Centro Cultural Rojas en los medulares encuentros, mesas redondas y debates que allí se realizan sobre cuestiones vinculadas al hecho teatral, su presente, pasado y futuro, hubiera sido interesante que alguna vez el Profesor Dubatti hubiese propiciado un espacio de discusión sobre la historia de nueve años del Teatro de la Universidad de Buenos Aires.
A partir de la expansión de este Blog hacia diversos horizontes del mundo y hacia todos los foros que en algún lugar del planeta se vinculan a diario con los sucesos de aquella historia, que el Blog va desgranando con testimonios sustentados en documentos, imágenes y sonidos de autenticidad irrefutable, la propuesta de trabajo investigativo hecha a Dubatti dejó de ser, en cierto modo, una “necesidad” para con la historia del TUBA y sus otrora jóvenes hacedores.
Quede pues el texto de ese “mail” que voy a trascribir a continuación como una referencia circunstancial en el devenir de los tantos apuntes que este Blog acumula sobre un hecho puntual en el marco cultural de la Argentina de los años que van de 1974 a 1983: un Teatro Universitario que divulgó textos dramáticos de todas las épocas, durante nueve años seguidos, con acceso GRATUITO para el público en general, desde un viejo y derruído edificio de la Universidad de Buenos Aires:

Profesor Dubatti:
En su extenso curriculum, tal como aparece publicado en internet, hay un item que apunta a la razón motivadora de este mensaje: “Realiza tareas de investigación teatral desde 1983”. Sin ánimo de polemizar ni poner en tela de juicio su autoridad académica, todo parecería indicar que esas investigaciones nacen a partir de ese año y sin embargo es en ese año de 1983 donde se cierra uno de los ciclos de exploración, concreción y divulgación del hecho escénico que (a mi modesto entender), merecerían ser considerados como tarea de investigación por parte de tratadistas de su nivel.
Me refiero a la historia de nueve años del “Teatro Universitario de Buenos Aires”, que la UBA asumió como “su” teatro oficial de repertorio, (el primero y hasta hoy único en su historial), pero al que desdeñó y maltrató durante el transcurso de sus nueve temporadas de vida activa y sepultó en el olvido a partir de su cierre, en junio de 1983.
Mi atrevimiento al enviarle este mensaje en el Día del Trabajo es una especie de acto de reivindicación para aquellos más de 1.600 jóvenes universitarios que participaron del TUBA, y que TANTO TRABAJO depositaron en sus talleres, en su precario escenario de Corrientes 2038 y en sus heroicas giras por el interior de nuestra República.
Encarecidamente, a mis 70 años y ya muy alejado de toda actividad vinculada al teatro en mi retiro de Mar del Plata, le pido que acceda usted al Blog llamado www.arielquirogatuba.blogspot.com y que si su afán investigador no ha decaído, desde 1983 al presente, se aboque en algún tiempo libre a dilucidar los muchos interrogantes que las más de cien “entradas” o “capítulos” de ese Blog dejan flotando, como una suerte de compromiso ineludible de su saber para con un pasado que no por remoto es menos vigente hoy en día, toda que vez que la Universidad de Buenos Aires sigue careciendo de un centro de drama (como aquel lejano TUBA) que la ubique a la par de sus pares en el resto del mundo.
Atentamente: Ariel Quiroga (Mar del Plata)

viernes, 28 de octubre de 2011

LOS VERDADEROS RESPONSABLES DE LA DESAPARICIÓN DEL TUBA

IMÁGENES DE AQUEL "TUBA" QUE NO PUDO CONTINUAR EN "EL ROJAS"

Producida mi renuncia como director del TUBA en junio de 1983, seguida de la renuncia de la totalidad de los que en ese momento lo integraban, los medios de prensa usaron titulares que directamente hablaron de “disolución” o “desaparición” para comentar el cierre del Teatro de la Universidad de Buenos Aires, en la mitad de su noveno año de labor en continuidad.
Desde el Rectorado de la UBA salieron de inmediato comunicados de prensa que desmentían categóricamente que su elenco oficial de teatro fuera a desaparecer.
Al poco tiempo, efectivamente, es nombrado “Director del Teatro de la Universidad de Buenos Aires” (designación que a mí nunca me fue otorgada, pese a serlo en los hechos durante nueve años seguidos), el profesor de letras y veterano actor Enrique Escope.
Fue muy triste comprobar que este tal Escope, antes que abocarse a la reconstrucción del TUBA, convocando a nuevos contingentes de aspirantes a integrarlo, o a los que ya habían estado (por qué no...?), se limitó a hacerse publicar notas en algunos periódicos, en las que alardeaba de que él iba a llevar adelante el Teatro con mucha más idoneidad que lo había hecho Quiroga, pero en definitiva, nunca hizo nada. Creo (no estoy seguro), que falleció al poco tiempo.
Un integrante del grupo “Los Volatineros”, Román Caracciolo, fue nombrado después de Escope director de ese “Teatro de la Universidad” que seguía en la nebulosa respecto de su continuidad. No puedo precisar el año (quizá haya sido 1984), en que Caracciolo presentó un espectáculo en Corrientes 2038, anunciado como “del Teatro de la Universidad”, que llevaba como título “Q'ensalada”, del que se ignora si fue representado una o más veces.
A partir de este borroso dato del único montaje llevado a cabo por Caracciolo, no se registran testimonios (por lo menos yo no los he podido encontrar nunca), de cómo fue que se decidió pasar al olvido el proyecto de continuidad del “Teatro de la Universidad de Buenos Aires” y se abordó la idea de abrir, en el abandonado edificio de Corrientes 2038, un centro cultural, finalmente inaugurado a fines de 1984 con el nombre de Ricardo Rojas, quien fuera Rector de la UBA durante el segundo mandato de Hipólito Yrigoyen.
La poeta Tamara Kamenszain y Lucio Schwarzberg, militante de la agrupación Franja Morada, fueron (al parecer), quienes tomaron de incio las riendas de llevar adelante el proyectado centro cultural, por engargo del Rector Delich.
Las preguntas que necesariamente aparecen luego de este escueto relato, son:
Qué ocurrió en el lapso entre Caracciolo y Schwarzberg...?
Quién tomó la decisión de abolir definitivamente el “Teatro de la Universidad” en aquellas circunstancias...?
Por qué el “Teatro de la Universidad”, con nueve años de historia detrás, no pudo pasar a formar parte del entramado de actividades multidisciplinarias que se fueron incorporando al “proyecto Rojas”...?
Existe algún documento que derogue la existencia del “Teatro de la Universidad” del historial de la UBA...?
Quienes fueron, en realidad, los verdaderos responsables de la desaparición del TUBA...?

miércoles, 26 de octubre de 2011

ARMANDO DISCÉPOLO Y SU "STÉFANO" EN MI VIDA Y EN EL TUBA

En 1966 yo, Ariel Quiroga (por entonces de 26 años) formaba parte de las huestes de Nuevo Teatro que ayudábamos en la construcción del Apolo y ensayábamos los sainetes de Wernicke con los que se abriría la enorme sala en la calle Corrientes (desde siempre, el bastión absoluto de la escena comercial), además de trabajar en el proyecto (lamentablemente, nunca concretado) de dar a conocer “El diablo y Dios” de Sartre.
En medio de tanta actividad, los más de cien integrantes que no trabajábamos en “Raíces”, de Wesker (la única obra en cartel en aquel momento), investigábamos en los orígenes del teatro nacional (un proyecto que yo había propuesto a Alejandra y Asquini y cuya dirección generosamente me confiaron), cuyos resultados se volcaban semanalmente en un ciclo de teatro leído puertas adentro, con mucho “público” asistente, ya que si actuaban diez o quince en cada lectura, quedaban unos ochenta o más para oficiar de espectadores.
Cuando le tocó el turno a “Stéfano”, el grotesco de Armando Discépolo que yo había tenido oportunidad de ver en la versión de la Comedia Nacional dirigida por el propio Discépolo y con ese inmenso actor uruguayo que fue Carlos Muñoz encarnando al frustrado protagonista (con un jovencísimo Luis Brandoni en el papel del hijo trasnochado, el inefable Radamés), la responsabilidad de afrontar para la lectura el difícil rol de Stéfano la asumió Rubens Correa, uno de los actores “pilares” de la historia de Nuevo Teatro, el mismo que en una madrugada insomne me enseñó a desentrañar y valorar a Roberto Arlt.
Invitamos a la sesión de “Stéfano” en Nuevo Teatro a Don Armando Discépolo, que ya andaba por los 79 años y que moriría cinco años más tarde, en 1971. Severo, adusto como siempre, recuerdo que siguió el curso de la lectura dibujando compases en el aire (como un músico que frasea el decurso rítmico de una partitura) con sus enormes manazas, las mismas con las que golpeaba el vidrio de la cabina de control de Radio El Mundo, cuando los actores del radioteatro Palmolive del Aire no cumplían al pie de la letra con sus indicaciones.
Diez años más tarde, en 1981, este mismo Ariel Quiroga (ahora con 41 años), se animó a representar el papel de “Stéfano” en el Teatro de la Universidad de Buenos Aires (el TUBA), cuando se cumplían los primeros diez años del fallecimiento de Don Armando. Él ya no estaba para marcarme el ritmo con sus manazas y a Rubens Correa no lo había vuelto a tratar después de la disolución de Nuevo Teatro.
Me tuve que animar solo, frente a la “muchedumbre” de nuevos integrantes que en esa etapa del TUBA acababan de emerger del curso introductorio de verano, que se había dictado en la sede de Institutos de la Facultad de Filosofía y Letras, en el viejo edificio de la calle 25 de Mayo.
Puede verse mi foto como Stéfano, a la izquierda de este texto, en una de las muchas funciones que el TUBA hizo de ese bello canto a los ideales cercenados por la miseria, en dos temporadas seguidas: 1981 y 1982.
“Stéfano” debe haber sido el espectáculo “más viajero” en la historia del TUBA. Su enorme decorado corpóreo anduvo por todas partes, montado sobre camiones o sencillamente llevado “a pulso” a las aulas magnas de algunas Facultades cercanas a la sede del TUBA, en Corrientes 2038.
En el gigantesco Pabellón de las Américas, de la Universidad Nacional de Córdoba, convocó a miles de estudiantes en dos gloriosas funciones, en 1981. Al año siguiente, en 1982, fue en el también enorme Teatro Auditorium de Mar del Plata, que más de mil estudiantes de la Universidad de esa Ciudad lo aplaudieron con inusitado fervor. (Aconsejo escuchar esos aplausos en el video que está en YouTube, ingresando a “teatro universitario de buenos aires – stéfano”).
También hay abundantes referencias al montaje de “Stéfano” en el TUBA en las “entradas” a este Blog del sábado 6 de marzo y del lunes 5 de abril de 2010.
Para Don Armando Discépolo, tan enemigo de los homenajes y tan merecedor de ellos por su incorruptible conducta personal y artística, el homenaje post mortem que el TUBA le tributó debería (estoy seguro) haber merecido su aprobación, porque fue hecho por jóvenes idealistas, que tarde o temprano recibirían de parte de una sociedad torpemente reaccionaria, el mismo inmerecido desprecio que a su personaje de Stéfano le toca sufrir en la ficción.
Ambos: Stéfano y el TUBA finalmente mueren (como lo define Discépolo) “aniquilados por la canalla”.

martes, 25 de octubre de 2011

EL FACTOR LUMÍNICO EN EL TEATRO

LAS FOTOS MUESTRAN EJEMPLOS DEL USO DE LA LUZ EN EL TUBA EN DIVERSOS ESPECTÁCULOS

Sobre este tema de la iluminación ya hice mención en otro capítulo de este Blog: el del martes 6 de julio de 2010, titulado: “Cuando el teatro y el cine hablan el mismo lenguaje”. Es una tema que merece la recurrencia, para que los teatristas de hoy (me refiero a los que experimentan en espacios no convencionales) adviertan cuántas posibilidades creativas encierra el factor lumínico aplicado a aquellos espectáculos que se montan con precariedad de medios, en lugares poco apropiados o incluso en aulas de colegios, en recintos improvisados, talleres o hasta en la calle.
En el TUBA trabajamos siempre con recursos escasos, no sólo en la sala del edificio de Corrientes 2038 sino cuando debimos salir a montar funciones a la apurada, en gimnasios de facultades, en bibliotecas, parroquias y hasta en cuarteles de bomberos o almacenes de ramos generales.
Las mismas maderas, las mismas telas teñidas y remendadas una y otra vez, los mismos practicables disimulados de una obra a otra. Todo era un permanente reelaborar lo viejo para que pareciese nuevo, porque carecíamos de presupuesto y sólo contábamos con donaciones de ropa, elementos de utilería y hasta muebles de parte de los propios integrantes de la compañía (más bien de sus familiares) y muchas veces, hasta del público. (Cuantos sombreros, vestidos de época, collares, zapatos...nos fueron traídos por aquellas señoras de la primera fila, amantes del teatro de toda la vida pero que ya no estaban en condiciones de pagar una entrada en los teatros comerciales y que con tanto amor nos gritaban “Bravo, sigan adelante chicos...!” y hasta nos regalaban chocolates y caramelos...
En el escenario de la planta baja de Corrientes 2038 (la sala que hoy llaman “Batato Barea” y en la que el TUBA actuó nueve años seguidos), habían quedado unos focos (llamados “spots” en la jerga teatral) que, según las antiguas empleadas de la Dirección de Cultura, habían sido “traídos por los montoneros vaya a sabererse de dónde”, cuando (siempre al decir de aquellas “santas” señoras), “los zurdos se habían apoderado de la Universidad”.
Esos dichosos focos fueron los que nos permitieron crear atmósferas con cierto grado de magia en aquel reducido escenario, disimulando de paso las costuras mal hechas de los vestuarios cosidos a las apuradas sobre los cuerpos de los estudiantes-actores y conferir a los cartones repintados de nuestros decorados nuevas y sugerentes fisonomías.
El sorprendente “factor lumínico” hizo también que los rostros de los intérpretes del TUBA cobrasen reveladoras intensidades. Enmarcados, difuminados o resaltados por el juego de luces y sombras de aquellos “focos dejados por los montoneros”, su esforzada y heroica propuesta de hacer vivir un Teatro de Repertorio en semejantes circunstancias cercenadoras, logró que, como sucede siempre, el Sentido de la Verdad y la Belleza se sobrepusiesen al sinsentido de la represión, la tortura y la muerte.

lunes, 24 de octubre de 2011

“LLEGAMOS HASTA AQUÍ, LLENOS DE CICATRICES...PERO LLEGAMOS”

LA LLAMADA "FOTO INSIGNIA DEL TUBA": SALUDO AL PUBLICO EN EL TEATRO SAN MARTIN DE BUENOS AIRES (1975)

El título de este capítulo lo he tomado de un rincón de mis recuerdos. Es la frase que en las escenas finales de “Sopa de pollo”, de Arnold Wesker, su luchadora madre le decía al protagonista Ronnie, que sufría un momentáneo desfallecimiento de sus ideales revolucionarios. Se la escuché cientos de veces a Alejandra Boero, en el montaje del que participé, allá por 1967, con las huestes de Nuevo Teatro.
Hoy me la digo yo, al ver que la Historia del Teatro de la Universidad de Buenos Aires (el TUBA), está plagando con sus imágenes, sus anécdotas, sus peripecias, sus triunfos y sus muchas derrotas los senderos infinitos de la Internet.
Bastará que alguien, en el sitio de este planeta más distante posible de la Argentina, acceda a www.arielquirogatuba.blogspot.com o que sencillamente vaya a YouTube y escriba en su casillero superior: TEATRO UNIVERSITARIO DE BUENOS AIRES, o más fácilmente aun, desde la página principal de Google vaya a la opción “Imágenes” y solicite: “teatros universitarios”, para que mágicamente aquel TUBA muerto en 1983 cobre en segundos nueva VIDA y se sitúe a la par del resto de los cientos y cientos de elencos universitarios del mundo, con los cuerpos y rostros de sus juveniles oficiantes plasmando puestas en escena innovadoras; sus affiches convocando a encuentros y festivales; sus emblemas; sus propuestas; sus maravillosos desafíos...
Tuvieron que pasar 27 años: los que van de Junio de 1983 (mes y año en que se cerró el TUBA) hasta Febrero de 2010 (mes y año en que, en medio del ostracismo de mi retiro en Mar del Plata, accedí a la posibilidad de edificar este Blog), para que la epopeya del TUBA pudiese salir de su obligado silencio y empezara a gritar de nuevo: “AQUÍ ESTAMOS...! FUIMOS Y SEREMOS POR SIEMPRE “EL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES”...!”.
En el interín que parecía eterno de esos 27 años, durante los cuales la Historia del TUBA permaneció sepultada en un harto premeditado “olvido”, hubo que escribir y mandar muchas notas estériles a la Universidad de Buenos Aires, pidiéndole, rogándole, que accediese a reabrir el Teatro de Repertorio que tanta labor constructiva había desarrollado entre 1974 y 1983; hubo que golpear muchas puertas, que jamás nos fueron abiertas (ni siquiera entornadas); hubo que elaborar muchos cuadernillos con apuntes y fotografías ya gastadas de aquella hermosa historia, para que la fragilidad avanzante de nuestra Memoria no se confundiese con la barbarie de la especulada NO Memoria, de los que a toda costa se han empeñado y se siguen empeñando en ignorar que el TUBA existió nueve años seguidos, hizo más de mil representaciones, deambuló por los pueblos como deambuló “La barraca” de Federico, inventó espacios escénicos (como la que hoy en el Rojas llaman “la sala cancha” y que el TUBA ya había “creado” en 1980); descubrió autores nunca antes dados a conocer en Buenos Aires; conmovió al estudiantado amordazado por el terror de una época siniestra, llevándole los espectáculos a sus propios campus, a sus aulas y sus gimnasios e hizo del arte escénico un ejercicio de RESISTENCIA, de CONVICCIÓN y de ENTEREZA.
Ahora, a partir de este Blog irrumpiendo en el espacio sin fronteras de la web, ya no hay olvido premeditado posible que impida que la Historia del TUBA sea conocida por las actuales y futuras generaciones.
Los que somos muy viejos (como mi caso), para empezar de nuevo, deberemos asumir que nuestras cicatrices de ultrajes, rechazos, complicidades atribuidas sin pruebas y motes (como el de “anacrónicos”) puestos a nuestra tarea en el TUBA por simple ánimo de ofender y desvalorizar...de una vez por todas empezarán a ser rastros de antiguos combates que pudimos sostener con coraje.
A continuación, una serie de imágenes tomadas al azar de lo que otros teatros universitarios están haciendo en tantas partes. Entre ellas, ahora definitivamente, están en la web las del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES (el TUBA) y hasta podría llegar a imaginarse que sus jóvenes oficiantes se han puesto de nuevo a romper el aire con sus proclamas, como en la foto superior, que es algo así como “la foto INSIGNIA del TUBA”.