domingo, 14 de marzo de 2010
DOLOROSA SEMEJANZA
En 1931 el recién creado Ministerio de Cultura e Información Pública de España apoyó la fundación del grupo universitario de teatro ambulante “La Barraca”, que Federico García Lorca dirigió junto con Eduardo Ugarte. “La Barraca” viajó a zonas rurales donde se desconocía el teatro, montando adaptaciones de obras clásicas del Siglo de Oro. Se representaron un total de 13 obras de teatro en 74 localidades entre los años de 1932-36.
No hace mucho tropecé en mis “búsquedas literarias” con un estudio del catedrático español Luis Sáenz de la Calzada, escrito en 1998 en la Residencia de Estudiantes del Teatro Universitario de Murcia, sobre el derrotero cumplido por “La Barraca”, de Federico García Lorca, del cual me atrevo a recoger estas significativas palabras:
“La Barraca era algo vivo y murió; cumplió su parábola vital y tal vez no ha dejado recuerdo más que en los que en ella trabajaron. Es muy posible que el mozo de Peñafiel que presenciara en el año 1934 sus representaciones, no recuerde que lo hizo, porque para que las cosas dejen huella hay que verlas una y otra vez, por lo menos treinta veces y La Barraca, con todos sus logros maravillosos, tuvo una vida tan corta que fue un suspiro.”
Si esa “brevedad de vida” (parafraseando a Séneca) concede al TUBA cierto grado de hermandad con aquellos errabundos universitarios que llevaron adelante “La Barraca”, sean entonces mis palabras de “agradecimiento” a la Universidad de Buenos Aires por habernos dado la oportunidad, con sus desaires, trabas y persecuciones, de compartir con ellos la misma terquedad y la misma injusta derrota.
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