domingo, 16 de octubre de 2011

SALIR A BUSCAR PÚBLICOS CON ALEGRÍA

La instalación del TUBA en la que fue durante nueve años “su sala propia” (el desvencijado salón de actos de la planta baja de Corrientes 2038), no impidió que de tanto en tanto volviese a su estilo de vida itinerante, que había practicado al comienzo de su existencia, durante el año 1975.
Fueron muchos los lugares a los que el TUBA llegó, con sus bártulos a cuestas, con dos o tres focos lumínicos y con su arremetedor entusiasmo: la Parroquia Santa María de Betania; la Biblioteca para Ciegos de la calle Lezica; un cuartel de bomberos en Florencio Varela; la Biblioteca Popular de Olivos; el salón de actos de la Empresa Subterráneos; un almacén de ramos generales en la localidad de Chacabuco; un centro cultural en Zárate; el Complejo Turístico de Chapadmalal; un club náutico en San Fernando; el salón principal del Tigre Hotel; la Escuela de Comercio “Carlos Pellegrini”; la Casa del Boxeador, en el barrio de Once; los auditorios de todas las Facultades dependientes del Rectorado de la UBA (menos los dos edificios de la Ciudad Universitaria); el Colegio Nacional “Buenos Aires”...
Inprovisar funciones en un aula, un patio o en el campo, al aire libre, era parte de esa formación en el estoicismo de una vida de teatro amasada con cierta dosis de sacrificio pero también con mucha alegría y desenfreno, que caracterizó la gesta del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, hoy tan despreciativamente olvidada.
La borrosa foto superior corresponde a una función de la “Cabalgata evocativa del sainete rioplatense” en el patio de una parroquia, en 1975.

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