Daniel Molina, crítico cultural, coordinador del área Letras del Centro Cultural Rojas, publicó en el año 2004 una nota en el diario La Nación, vinculada al tema de las utopías, que me llevó a escribirle al entonces Director del Rojas la carta que, textualmente, transcribo a continuación:
“Señor Director
del Centro Cultural “Rector Ricardo Rojas”
de la Universidad de Buenos Aires
Presente
He leído con sumo interés la nota publicada por La Nación el domingo 25 de julio del corriente año, titulada “La utopía como fuente de la creación”. La frase inicial de la nota firmada por Daniel Molina merece, a mi entender, reparos que necesito comentarle.
“Lo mejor de las utopías es que son irrealizables”, comienza diciendo el señor Molina, pero la historia -abolida sin decreto-, del Teatro de la Universidad de Buenos Aires, que funcionó en el edificio de Corrientes 2038 que hoy ocupa “el Rojas”, demuestra lo contrario.
El TUBA (sigla muy antipática para la Universidad, con la que popularmente se conoció a “su” Teatro de Repertorio durante el decenio 1974 – 1983), nació, precisamente, de una utopía personal, que terminaron compartiendo miles de jóvenes estudiantes de todas las carreras: la de que hubiera en Buenos Aires un teatro estable universitario, como los hay desde hace siglos en Heidelberg, Budapest, Alcalá de Henares, Oxford o La Sorbona.
La única forma de comprobar que el TUBA fue una utopía llevada a la práctica, REALIZADA y CUMPLIDA, es perder unos 35 o a lo más 40 minutos en ver las imágenes del CD que acabo de editar (que se ejecuta en cualquier PC), a raiz de que en agosto de 2004 se cumplen 30 AÑOS de la época en que elevé el proyecto de su creación a la Dirección de Cultura de la UBA.
Cuesta comprender por qué “el Rojas”, considerado con justeza “un centro de experimentación artística en todas las disciplinas”, haya rechazado de forma tan intolerante, en sucesivas ocasiones a lo largo de los últimos veinte años, la posibilidad de REINSTALAR en alguno de sus talleres internos o externos, una suerte de continuidad en el tiempo de aquel prolífico Teatro de Repertorio: el TUBA.
Al fin de cuentas, las utopías de los jóvenes son siempre válidas cuando logran CUMPLIRSE, aunque la inevitable contemporaneidad de su realización transcurra en épocas de vida democrática o de tenebrosas dictaduras.”.
Nunca supe si esta carta llegó a manos de su destinatario último: Daniel Molina o si alguien dentro del Rojas se animó a perder una media hora de su vida para comprobar lo que fue LA VIDA DEL TUBA. La tapa de aquel CD encabeza este capítulo y su contenido puede ser apreciado hoy con sólo ingresar a YouTube y buscar: TEATRO UNIVERSITARIO DE BUENOS AIRES.
De hecho, contestación no hubo, tal vez porque tener que admitir que la historia del TUBA había sido una UTOPÍA CUMPLIDA, contradecía en un todo aquello de que “las utopías son irrealizables”.
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