martes, 6 de abril de 2010

LA PREGUNTA SIN RESPUESTA


Éramos todos muy jóvenes. Hasta yo era joven; tenía sólo 34 años y los primeros inscriptos en lo que sería el Teatro Universitario de Buenos Aires apenas rondaban los 20, 22 o a lo sumo 24 años.
En mi caso, había detrás una larga trayectoria en los teatros independientes, como actor, escenógrafo y fundamentalmente director escénico. Ellos, la mayoría, jamás habían pisado un teatro y sólo unos pocos entre los cientos que se fueron sumando con el correr de los años, habían tenido algunos meses de incursión en alguno de esos “talleres actorales”, donde se practica la relajación, la respiración, la improvisación, pero no se montan obras completas, no se concretan 100 ó 130 funciones por año, no se construyen decorados ni se cosen trajes de época y en consecuencia no se experimenta lo que es estar ante el público, que es el sentido último y real de dedicar gran parte del tiempo de la vida a hacer teatro.
Todas esas cosas que un teatro hecho con voluntades jóvenes y no contaminadas genera en un sociedad (aunque esa sociedad esté atravesando la peor y más siniestra de las dictaduras), ocurrieron en el Teatro Universitario de Buenos Aires en el lapso de nueve años que va desde el 30 de noviembre de 1974 (fecha de su primera función) y el 5 de junio de 1983 (en que por decisión de su director y quienes lo integraban en ese momento tuvo lugar la última).
Tres fotos (en la que se ve a la muchachada del TUBA en su momento de plenitud, saludando al público; ese u otros muchos públicos, abarrotando la sala de Corrientes 2038 y el estado de derrumbe final, cuando todo era desidia y abandono por parte de la Universidad para con el TUBA) junto a una última (porque hubo muchas antes) Carta de Lectores publicada por La Nación el 6 de septiembre de 2004, son una suerte de "compendio de la Historia del TUBA" que este Blog se propuso narrar, lamentablemente en forma no orgánica, porque así es la metódica de estos dichosos "blogs": cada "entrada" se fija en el día y la hora en que fue ingresada y no importa si después de esa vienen otras que narran hechos anteriores (o posteriores) a lo que se acaba de narrar. Habrá que leerlas a todas...?, se preguntarán ustedes y yo les diría que "SI", porque en alguno de los temas puestos en Febrero, o en Marzo de 2010 puede (debería) haber alguna clave para entender (o no) tanto cúmulo de sinrazones como fueron las que determinaron que un Teatro de Repertorio hecho por estudiantes universitarios de la UBA pudiera existir (a duras penas, pero existir) durante la peor de las dictaduras que sufrió la Argentina y NO PUDO (al menos, hasta hoy) seguir existiendo en el marco de la apertura democrática que, para siempre y definitivamente, le sucedió a esa dictadura.
Si alguien logra componer y darle forma al rompecabezas de las sucesivas “entradas” que se han ido acumulando desordenadamente a partir del 17 de febrero de 2010 y que se seguirán acumulando "hasta cuándo sea" (o se me termine el material de archivo con el que cuento todavía, después de tantos años), también puede que sea capaz de dar respuesta al interrogante, que la Universidad de Buenos Aires ha elegido mantener en secreto no se sabe hasta cuando, respecto de “POR QUÉ EL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES (el TUBA) NO PUEDE VOLVER A EXISTIR…?”.

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