Quien tenga la buena disposición de internarse a explorar este Blog, tratando de dilucidar cómo fue que un Teatro Universitario de Repertorio dejó de existir luego de nueve años de labor en continuidad, (labor cumplida en el contexto de un país asolado por terrorismos y dictaduras) y porqué una vez devenida la democracia en ese país no fue posible restituirlo a su anterior vida activa, deberá, –a mi modesto entender-, comenzar por investigar su repertorio hecho público, a través de 1.163 representaciones ofrecidas gratuitamente.
“Casi todos los aspectos de la vida se organizan en el nivel molecular, y si no entendemos las moléculas nuestra comprensión de la vida misma será muy incompleta” dice Francis Crick, el físico y biólogo británico que descubrió la estructura del ADN.
Estoy convencido que el REPERTORIO es para un Centro de Drama (como lo fue el TUBA) el equivalente al ADN de un organismo humano y que los autores que llegaron a conformar su repertorio, algo muy similar a las moléculas que integran un ADN.
De modo que conociendo a los autores que hizo, debería ser muy fácil obtener el "ADN" de un Teatro de Repertorio. No es así...?
Ahora bien: Por qué el TUBA fue tan combatido y hostigado por la Universidad, durante sus nueve años de existencia (1974 – 1983), no es entendible a la luz de la multiplicidad de corrientes estéticas y filosóficas que aportaron los nombres de los autores elegidos para la divulgación de sus obras, (nombres que, puestos al azar, están visibles en el recuadro superior de este texto), ninguno de los cuales podría decirse que ostentaba algún tipo de vinculación con los extremismos en boga en aquella época.
Y menos entendible aun es que la Universidad que sobrevino a partir de la restauración de la democracia en la Argentina (la Universidad que se ocupó de crear un foro para la discusión e irradiación de la cultura abierto a todas las corrientes del pensamiento ontológico, como lo es “el Rojas”), se haya negado tercamente a considerar la posibilidad de volver a contar con un Teatro Universitario de Repertorio, que profundizara y extendiera en el tiempo la labor de aquel antecedente tan digno de ser tenido en cuenta, como lo fue el TUBA.
Lamentablemente Francis Crick falleció en el año 2004; de estar hoy con vida y en pleno uso de sus facultades investigativas, sería interesante confiarle la “desestructuración” de esa intrincada madeja de intereses políticos y hasta comerciales, que siguen manteniendo ocultas las verdaderas razones por las cuales el TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, tal como existió entre 1974 y 1983, no deba ser reconocido por la trascendencia del repertorio realizado, ni mucho menos puesto de nuevo a funcionar, a la par de los cientos y cientos de otros centros de drama que florecen y se perpetúan, hoy por hoy, en las universidades del mundo entero.
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