domingo, 11 de abril de 2010
CUANDO LOS JOVENES QUE DENUNCIAN LO QUE ES VERDAD NO SON TENIDOS EN CUENTA, NI AYER NI HOY
El TUBA hizo su última representación en Corrientes 2038 el 5 de junio de 1983. Hubo funciones “clandestinas” en las facultades de Filosofía y Letras y en la de Derecho hasta fines de septiembre, pero concretamente el TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES había dejado de existir a partir de mi renuncia indeclinable (fue la tercera y esta vez, “la vencida”), elevada al Rectorado de la UBA el viernes 3 de junio de 1983.
Los entretelones que culminaron con esa renuncia y el cierre del Teatro de Repertorio que había logrado concretar hasta ese momento nada menos que NUEVE TEMPORADAS CONSECUTIVAS y exactamente 1.163 representaciones ofrecidas gratuitamente al público, se cuentan en la “entrada” a este Blog de fecha 3 de marzo de 2010.
Los estudiantes-actores (y también escenógrafos, luminotécnicos, barredores y limpiabaños) que en ese momento integraban el TUBA no se contentaron con desmantelar todos los decorados y la telonería y las luces que ellos mismos habían instalado en la sala de Corrientes 2038.
Con su santa indignación se dedicaron (por primera vez, inusitadamente) a recorrer las redacciones de los diarios y las radios, portando un “comunicado de prensa” que uno de ellos (estudiante de derecho, justamente) había redactado, denunciando las anomalías, trabas, proscripciones y demás yerbas que inmerecidamente habían soportado, con estoicismo sólo recompensado por el fervor que los espectadores hacía nueve años les prodigaban.
Varios párrafos de ese urticante comunicado de prensa fueron publicados por el diario Clarín en la nota que salió, a toda página, el sábado 11 de junio de 1983 y que ostentaba un premonitorio titular: "DESAPARECE EL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD".
“Nuestro objetivo fue precisamente llegar a todo el público desde el seno de la Universidad”, decían aquellos jóvenes teatristas hoy olvidados y agregaban: “Hubo permanentemente una falta total de apoyo, prohibiciones que nunca se explicaron, objeciones a obras sin que nadie leyera el texto, abandono total desde el punto de vista administrativo, un total desentendimiento por parte de las autoridades universitarias, desamparo en giras a universidades del interior y una larga serie de menoscabos a nuestra dignidad, por parte de la Dirección de Cultura de la Universidad de Buenos Aires”.
Y como rotundo y ejemplar corolario agregaban: “Nosotros, humildemente, no pedíamos más que un poco de apoyo, de comprensión, para sentir que no éramos ajenos a la alta misión de la Universidad, que es la fuente natural generadora de cultura en la comunidad. Todo ello nos fue empecinadamente negado en estos nueve años por una Dirección de Cultura que con su inercia, desorden e ineptitud, clausuró nuestro entusiasmo”.
Aquella denuncia por un entusiasmo injustamente clausurado no fue tenida en cuenta. Habrán pensado que era la voz de unos cuantos jóvenes rebeldes, “unos inadaptados”, como se suele pensar.
Las reseñas que actualmente difunde Canal “á” o “Encuentros” o que se publican en algunos medios, no los mencionan. Su gesta teatralera parecería que fue mucho menos importante que la de “Los macocos”, “Las gambas al ajillo” o el ilustre “Batato Barea”.
El Centro Cultural Rojas, baluarte de la creatividad, de la libertad absoluta frente a toda forma posible de realización artística…no los registra, aunque la heroica historia del TUBA transcurrió, entre centenares de ratas y escombros, en esas mismas paredes remodeladas que ocupa desde hace 25 años, paredes con pintura fresca pero que encierran un pasado digno de haberse atesorado.
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