Permítaseme la licencia de parafrasear el título de la hermosa obra de Tennessee Williams, en alusión a la historia trunca de aquel Teatro de la Universidad de Buenos Aires, que existió durante nueve años en forma ininterrumpida, entre mediados de 1974 y casi fines de 1983.
Al rotular este Blog, sin embargo, he preferido utilizar para identificarlo el nombre original que tuvo durante sus primeras cinco temporadas: Teatro Universitario de Buenos Aires y entre paréntesis “el TUBA”, que fue como lo conoció la enorme corriente de público que sus repertorios cosecharon, logrando que unos 30.000 espectadores por año, provenientes de todos los sectores sociales de la comunidad, accediesen en forma GRATUITA al conocimiento de una dramática escasamente frecuentada y en muchos casos desconocida por completo.
Todo cuanto he podido recuperar de testimonios fehacientes de la existencia de aquel Centro de Drama Universitario, lo fui volcando en las sucesivas “entradas” de este Blog, a partir de febrero de 2010.
A punto de cumplir mis 70 años en pocos días más, abandono la tarea, con la convicción de que valió la pena rescatar del olvido tanta historia de pasión juvenil y entregarla al mundo, a los horizontes infinitos de este asombroso medio que es la Internet.
Confío en que alguien, en alguna parte, dentro de mi país o en algún remoto confín, se interese por reconstruir los pedazos de esa historia, que en forma anacrónica y espontánea, fui volcando a medida que acudían a mi memoria.
En cuanto a las posibilidades de esta juventud de hoy de poder lograr el milagro (habría que llamarlo mejor “el desafío”), de reinstaurar algo parecido al TUBA en algún lugar donde no volviera a sufrir los mismos avasallamientos, oprobios y censuras que debió sufrir aquel, confío (deberíamos poder confiar), en que el dulce pájaro de la juventud siempre, aun con los vientos más adversos tratando de quebrar sus alas, alza vuelo y se remonta a altitudes insospechadas.
sábado, 31 de julio de 2010
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