martes, 1 de noviembre de 2011

LOS QUE 27 AÑOS ATRÁS NO SUPIERON PENSAR COMO CRISTINA KIRCHNER

En su emocionado, alegre, triste, no triunfalista y como siempre lúcido mensaje del 23 de octubre por la noche, Cristina Kirchner hizo una proyección hacia el futuro, imaginando una Argentina en la que los que le sucedieran (“los que vengan”, dijo textualmente), “CONSTRUYAN SOBRE LO QUE YA SE HIZO”.
Apuntando a la historia del Teatro de la Universidad de Buenos Aires (la que transcurrió entre mediados de 1974 y mediados de 1983 bajo mi conducción, con una incierta continuidad a cargo de Enrique Escope y Román Caracciolo hasta casi fines de 1984), todo parece indicar que la idea de abolir esa historia e instalar en su lugar (en el edificio de Corrientes 2038) un Centro Cultural que aglutinase múltiples disciplinas, MENOS alguna que en el área “teatro” tuviese algún viso de continuidad del TUBA, surgió de una mesa redonda que habría tenido lugar en los primeros meses de la recuperada Democracia, a la que se señala que asistieron varias personalidades de fuste.
El Teatro de la Universidad de Buenos Aires, con su trayectoria de nueve años de labor en continuidad, necesariamente debió haber estado “demasiado presente”, por mera inmediatez, para aquellos partícipes de la mesa redonda en la que, citando sus propios testimonios, “no sabíamos muy bien lo que queríamos, pero todo era posible en aquellos primeros meses después de la dictadura” (ver Diario Clarín, edición del 24/01/1999).
Sin embargo, a diferencia de la “constructiva” propuesta de Cristina Kirchner de hace pocos días, nadie (por lo visto) pensó en aquellos nebulosos pero decisivos momentos de construcción de lo que pronto sería el exultante, avasallador “Centro Cultural Ricardo Rojas”, en CONSTRUIR SOBRE LO QUE HASTA ENTONCES SE HABÍA HECHO EN EL TUBA, que a su manera y en medio de todas las precariedades habidas y por haber, también había sido una suerte de Centro Cultural abierto a la comunidad, con acceso LIBRE y GRATUITO, durante los doce meses del año, a lo largo de nueve años seguidos.
Se optó por todo lo contrario al concepto de CONSTRUCCIÓN SOBRE LO HECHO. Alguien, (uno, varios o todos), en aquella mesa redonda de 1984 debe haber tirado la idea, que se cumplió a rajatablas hasta el día de hoy, de: “NUNCA MÁS “TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES”; NUNCA MÁS “TUBA”; HAGAMOS TEATRO PERO QUE NO SE PAREZCA EN NADA AL QUE SE HIZO ANTES; DESTRUYAMOS TODO ANTECEDENTE O RECUERDO DE LO QUE FUE AQUELLO”.
Desde luego, no me consta que haya sido realmente así, pero el tiempo transcurrido me autoriza a pensar que PUDO haber sido más o menos así, ya que no volvió a existir un “Teatro de la Universidad” en la Universidad de Buenos Aires, mientras que en el resto del mundo los Centros de Drama universitarios han seguido creciendo como las mieses en primavera.
Será acaso que para los hacedores del Rojas, en su poco entendible concepto de “lugar de la contracultura” (…?), aquellos autores que nutrieron los repertorios del TUBA (Esquilo, Florencio Sánchez, Molière, Valle Inclán, Armando Discépolo, Racine, Juan Carlos Ghiano y tantos otros...) también habían pasado a ser material desechable en el contexto de sus nuevas propuestas...?
Los habrán tildado también a ellos (como nos tildaron a nosotros, los del TUBA), de “cómplices del Proceso”...?

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