ARIEL QUIROGA, DIRECTOR TITULAR DEL TUBA, ENCARNANDO A WOYZECK EN 1978ESCENARIO PARA LAS REPRESENTACIONES DEL TUBA EN 1978
Lo que la Dirección de Cultura de la Universidad de Buenos Aires hizo en 1978, al prohibir las representaciones de “WOYZECK”, de Georg Büchner en el TUBA al finalizar la tercera representación, alegando que “era una burla para la investidura académica de la Universidad y un panfleto de propaganda marxista”, fue un acto de infamia que, como los crímenes de lesa humanidad, merecería, por su carácter imprescriptible, que los responsables de la Universidad de hoy, y pese a los 33 años transcurridos, hiciesen pública una declaración oficial de repudio.
Haber prohibido una obra como “WOYZECK” es ni más ni menos que un crímen contra la dignidad humana, porque “WOYZECK” es un drama sobre los oprimidos, sobre la sociedad prepotente que aplasta a los más débiles, sobre los desamparados de una “justicia” que sólo vela por los derechos de los opresores.
Considerada como un punto de partida hacia el expresionismo teatral en la estética de Bertold Brecht, “WOYZECK”, escrita en 1836, es además valorada como “el primer drama social” y algunos han querido aproximarla a las ideas de un incipiente socialismo, aunque Büchner, inspirado por las teorías utópicas de François Babeuf y Henri de Saint-Simón y el pragmatismo revolucionario de Louis Auguste Blanqui, ya hacía diez años que había muerto de tifus, a la temprana edad de 24 años, cuando Marx y Engels redactaron el Manifiesto del Partido Comunista en 1847.Haber montado “WOYZECK” en el Teatro de la Universidad de Buenos Aires en octubre de 1978 fue un DESAFIANTE GRITO DE LIBERTAD, como lo fue también haber puesto en escena al año siguiente “La vida es sueño”, de Calderón, cuya contemporaneidad se impone a partir de incursionar en un tema crucialmente doloroso para la sociedad argentina: el de la supresión de la identidad.
Y que “WOYZECK” haya sido suprimida del repertorio del TUBA al término de su tercera representación, por orden emanada verbalmente del entonces Director de Cultura de la UBA, pone de manifiesto que quienes hacíamos el TUBA no gozábamos de “protección oficial” ni éramos para nada (como se llegó a decir alevosamente) “cómplices de la dictadura”.Algunos detalles, bastante sórdidos y hasta asqueantes, del entramado de esa prohibición los he narrado ya en la “entrada” a este Blog del martes 30 de marzo de 2010. Significativamente, la enorme foto en azul que le sirve de portada al Blog, es una reelaboración de la escena final de “WOYZECK” en el TUBA. Esa foto y todas las demás que (aunque borrosas y de muy mala calidad) van a acompañar este capítulo, son nuestro Estandarte de Orgullo por aquel acto de coraje, de prepotencia artística y de libertad de pensamiento, que fue atrevernos a dar a conocer “WOYZECK” desde el escenario del Teatro Oficial de la Universidad de Buenos Aires, en plena dictadura.
No he sido muy afecto a lo largo de este Blog de mencionar a quienes participaron en cada una de las obras reseñadas, por temor a violentar sus actuales situaciones familiares, laborales y/o sociales. En este caso especial de “WOYZECK” considero NECESARIO citar a los heroicos hacedores de aquel desafío, como un homenaje (aunque tardío) a su entereza ética y su valor, como miembros de un Teatro de Repertorio comprometido con la Verdad de las Ideas: Graciela Oszlak, Jorge Fargas, María C. Galati, Guillermo Prieto, Gladys Merola, Adriana Mato, Silvia Vico, Héctor Becerra, Hugo Massola, Guillermo Olivieri y yo (Ariel Quiroga), a cargo del rol de Woyzeck y de la puesta en escena. La música fue la de la Quinta Sinfonía, de Dimitri Shostakovicht.
Esa tercera y última representación de WOYSECK se grabó completa (fue casi una premonición). Los doce minutos finales de la función pueden escucharse en la entrada a este Blog del martes 30 de marzo de 2010.Instantes después de finalizados los aplausos se presentó el Director de Cultura de la UBA, dictando la infame prohibición.
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