domingo, 20 de noviembre de 2011

EL TUBA Y LA COMEDIA FRANCESA: ANALOGÍAS, RECONOCIMIENTOS Y RECHAZOS

LA ABOGADA Y ACTRIZ EGRESADA DEL CONSERVATORIO THEO DE PASCALE, QUE INTERPRETÓ EL ROL DE FEDRA PARA SU ESTRENO EN EL TUBA, EN 1980

En 1980 se cumplían 300 años de la fundación del primer y único “teatro nacional” de Francia: la Comédie Française (o dicho en nuestro idioma: la Comedia Francesa). El TUBA arribaba por entonces a su Sexta Temporada consecutiva (todo un logro, si se tiene en cuenta en medio de cuantas peripecias, dificultades y terrores se venian desenvolviendo las cinco anteriores).
Había más de una razón para que desde el TUBA quisiésemos rendirle homenaje al augusto, señorial, inaccesible Gran Teatro de Francia.
La primera de ellas es que ese Teatro es también llamado “La casa de Molière” (que murió siete años antes de su inauguración). Molière era, junto a Chéjov y Armando Discépolo, el tercer nombre de la “trilogía orientadora” de nuestro derrotero en el TUBA. De él habíamos tenido la “primicia absoluta” de estrenar su primer obra: “El atolondrado, o Los contratiempos”, inaugurando nuestra temporada de 1979 y nos había quedado el regusto amargo de no poder llegar a montar “El misántropo” (la más actual de todas), tras muchos meses de infructuosos ensayos, en 1978.
Otra razón importante que nos motivaba era que la Comedia Francesa nació y sigue siendo, más de 330 años después, un TEATRO DE REPERTORIO, cosa que siempre buscamos (y logramos), ser nosotros, los del TUBA.
Así fue como en agosto de 1980, a trescientos años exactos de la inauguración de la Comedia Francesa, el TUBA estrenaba (y nunca más preciso el término “estrenar”), la tragedia “FEDRA”, de Jean Racine, en una traducción llevada a cabo por nosotros mismos, en verso libre, que procuró mantener la serena musicalidad de los alejandrinos racinianos, ejemplares en su austeridad para explayar pasiones inconfesables, atemperadas por un sentido de dignidad rayano en el estoicismo. (Sobre el tema de “FEDRA en el TUBA”, remitirse a la “entrada” del domingo 18 de abril de 2010, titulada: “Fedra, con todo su pudor, en el TUBA”.
Haciendo analogías un tanto caprichosas, podría afirmarse que tanto la Comedia Francesa como el TUBA nacieron bajo regímenes no “democráticos”. La primera había sido fundada por decreto de Luis XIV (un absolutista confeso) y nosotros, los del TUBA (nunca legalmente fundados), habíamos empezado a existir durante la llamada “Misión Ottalagano”, otro absolutista confeso, que intervino la UBA, persiguió a docentes y estudiantes, clausuró los centros estudiantiles e hizo de la Universidad una suerte de “estado policial”, dentro del cual nuestro Teatro sufrió toda clase de vejámenes, intimidaciones y concretas amenazas.
Durante la Revolución Francesa, la “Casa de Molière” permaneció cerrada y sus actores fueron encarcelados, pero el 31 de mayo de 1799 el nuevo gobierno le permitió a esos mismos actores RESUCITAR LA COMPAÑÍA.
Los del TUBA no sufrimos pena de cárcel cuando arribó la esperada Democracia en la Argentina, a fines de 1983, pero sufrimos algo peor: el destierro en nuestro propio suelo y la abolición de nuestro nombre y nuestra historia de los anales de la Universidad de Buenos Aires.
Y ningún gobierno de la Universidad, desde 1984 hasta el presente, convocó a aquellos exiliados ni a nuevas vitalidades jóvenes a RESUCITAR EL TUBA.

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