jueves, 17 de noviembre de 2011

LOS APORTES DEL TUBA EN MATERIA DE TEXTOS DRAMÁTICOS DESCONOCIDOS

TODAS ESTAS FOTOGRAFÍAS PERTENECEN A OBRAS MONTADAS POR EL TUBA POR PRIMERA VEZ EN LA ARGENTINA

Un teatro de repertorio albergado en una Universidad tiene el deber de ser un laboratorio de investigación en el campo de la literatura dramática. El TUBA cumplió con esta premisa, dando a conocer en cada una de sus nueve temporadas, títulos nunca antes representados por ningún otro teatro en la Argentina.
De los 27 “estrenos absolutos” concretados por el TUBA, producto de arduos trabajos de búsqueda llevados a cabo “dentro” de la propia Universidad, en especial en la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras, hubo 8 que correspondieron a autores argentinos contemporáneos: Martha Lehmann, Juan Carlos Ghiano, Enrique Wernicke y el estudiante de derecho e integrante del TUBA Daniel Hadis.
Significativamente, ninguno de esos 27 “estrenos absolutos” volvió a representarse en el país en los veintiocho años posteriores al cierre del TUBA (o sea: hasta el día de hoy), salvo dos: “FEDRA”, de Racine, que la Comedia Nacional presentó en el Cervantes al año siguiente de ser dada a conocer, en traducción propia, por el Teatro de la Universidad de Buenos Aires y “LEONCE Y LENA”, de Büchner, que montó pocos años después de haberlo hecho el TUBA el director David Amitín, anunciando como “suyo” el mérito de la presunta “primicia”.
También en este caso de la divulgación masiva de títulos ignorados, el TUBA sigue ocupando un lugar solitario en el derrotero del movimiento escénico, tanto comercial como amateur, en la República Argentina.
Alguna vez le será reconocido el coraje de avanzar sobre terrenos inexplorados, eludiendo el facilismo (por no hablar de “oportunismo”), de apelar a lo ya transitado y de segura aceptación por parte del público...?
Digo esto, porque respecto de un genio de la crítica social como Molière, tanto los teatros oficiales como los elencos profesionales o independientes siguen acudiendo a los viejos “caballitos de batalla”, como “El enfermo imaginario”, “Tartufo”, “El avaro”, etc., etc., mientras que el TUBA hizo punta de lanza mostrando en su temporada de 1979, y con inusitada repercusión en el público juvenil sobre todo, la PRIMER obra firmada por el trashumante tapicero devenido en actor Jean Baptiste Poquelin con el luego célebre seudónimo de “Molière”, que fue la hilarante, aleccionadora y feroz “EL ATOLONDRADO, o LOS CONTRATIEMPOS”.
A continuación, una temporada tras otra, los “estrenos absolutos” del TUBA a lo largo de sus nueve años de vida:
Temporada 1975: “LA SUEGRA”, de Terencio
Temporada 1976: “LOS CAUTIVOS”, de Plauto; “EL DÍSCOLO”, de Menandro
Temporada 1977: “LA OFENSIVA”, de Martha Lehmann; “ENTREMÉS FAMOSO DE LOS INVENCIBLES HECHOS DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA”, de Francisco de Ávila
Temporada 1978: “LEONCE Y LENA”, de Georg Büchner
Temporada 1979: “EL ATOLONDRADO, o LOS CONTRATIEMPOS”, de Molière
Temporada 1980: “LA GRULLA CREPUSCULAR”, de Junji Kinoshita; “MOZART Y SALIERI”, de Alexander Pushkin; “LA NOVELA DEL CONTRABAJO”, de Anton Chéjov; “FARSA CAMPESTRE”, de Alonso de la Vega; “LOS TESTIGOS”, “PAÑUELO DE LLORAR” y “LOS EXTRAVIADOS”, de Juan Carlos Ghiano; “FEDRA”, de Jean Racine
Temporada 1981: “LA MARQUESA ROSALINDA”, de Ramón del Valle Inclán; “UNA TRAGEDIA FLORENTINA”, de Oscar Wilde
Temporada 1982: “EL DIA QUE MATARON A BATMAN”, de Daniel Hadis; “UNA CORISTA”, “EL MALHECHOR” y “UN CARACTER ENIGMÁTICO”, de Anton Chéjov; “ESCENAS DE LA VIDA BOHEMIA”, de Hneri Mürger; “LA NOCHE DE SAN JUAN”, de Henrik Ibsen; “EL VELO”, de Martha Lehmann; “LAS COÉFORAS”, de Esquilo
Temporada 1983: “ODA AL MACHO CABRIO”, de Étienne Jodelle; “EL GRABADOR” y “EL DESTORNILLADOR”, de Enrique Wernicke

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