jueves, 24 de junio de 2010

LOS CHICOS DEL TUBA SABIAN USAR LAS GUINDALETAS


En la jerga teatral, las guindaletas son unas simples sogas que se entrelazan en zig-zag, mediante clavos puestos estratégicamente, en los bordes de los practicables que deben forman la llamada “caja escénica”, en un decorado que pretende ser corpóreo y dar idea de realidad.
Los maquinistas de los teatros profesionales son expertos en “el arte de la guindaleta”, ya que un decorado no suficientemente asegurado, hará que en medio de una acción violenta, las supuestas paredes de la casa donde esa acción dramática transcurre, empiecen a temblequear, haciendo que el público se distraiga, imaginando en qué momento el decorado se desarmará como una casita hecha con un mazo de naipes, sepultando a los pobres actores.
En un teatro de repertorio, (como lo era el TUBA), a menudo se ofrecían en un mismo día sábado o domingo, en la sala de Corrientes 2038 (harto precaria), hasta tres espectáculos en diferentes horarios. Esta vorágine de funcionamiento obligaba a un muy vertiginoso trabajo de armado y desarmado de cada una de las escenografías que se usasen en los distintos espectáculos.
Si alguno de ellos requería un tipo de decoración de las llamadas “corpóreas” (o sea, con paredes y techo, como en los ambientes reales), el proceso de armado debía ser (más allá del apuro por cumplir con los horarios establecidos para cada función), muy, pero muy cuidadoso, no fuera a pasar (como alguna vez pasó) que en medio de la representación la escenografía amenazase con “desarmarse” como una casita de naipes.
Los chicos del TUBA, entre muchas cosas más del noble oficio del comediante, también aprendieron, (en la práctica, que es la única manera) a guindaletear.

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