lunes, 15 de diciembre de 2014

LOS TEATROS DE REPERTORIO NO DEPENDEN DE "HOMBRES PROVIDENCIALES"

Este un tanto excesivo Blog desmenuza en cientos de capítulos, a partir de febrero de 2010, la historia del que fue –hasta hoy-, el único TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO en la historia de la Universidad de Buenos Aires y también fuera de ella. En efecto: no hay noticias de que haya existido en la Capital de la República Argentina un Centro de Drama universitario de tan extensa trayectoria en continuidad (nueve años), que haya producido tanta cantidad de espectáculos (más de cien), de los que espectadores de todos los sectores sociales de la comunidad (y también del interior del país) fueron beneficiarios, ya que el acceso a esos espectáculos fue siempre LIBRE y GRATUITO. Pues bien: escondidos en la densidad de este Blog hay muchos testimonios sonoros, rescatados de lo que quedó de grabaciones de muchas de las 1.163 representaciones que llevó a cabo el TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES (TUBA) en sus nueve años de vida y también hay charlas, conferencias, reportajes radiales y clases abiertas, que prueban en forma indubitable hasta dónde el TUBA llegó a ser –por obra de su propio accionar-, un organismo de investigación y divulgación del hecho teatral, que no mereció quedar aprisionado en la temporalidad terrorífica de la época que padeció la Argentina, por mera cuestión de “contemporaneidad”. Si alguien que merodee por los vericuetos de este Blog se acerca al capítulo (o “entrada”) del 13 de ABRIL de 2010, encontrará (bajo el título: “LA CHARLA RADIAL CON EDUARDO VEGA, EN LA QUE SE CUENTAN MUCHAS COSAS SOBRE EL TUBA”) un reportaje que me hiciera en 1982, por LRA-Radio Nacional, el profesor Eduardo Vega, por entonces Sub-Director de la Dirección de Cultura de la que el TUBA (aparentemente) dependía. Eduardo Vega era por entonces un veterano funcionario de la Universidad y fuera de ella, un afamado director teatral, caracterizado por poner en escena espectáculos de muchísimo éxito comercial, como “Boeing-Boeing”, con Ernesto Bianco y Osvaldo Miranda o “Las mariposas son libres”, con la célebre Susana Giménez. Al promediar el reportaje, durante el cual Vega me permite explayarme “largo y tendido” sobre cómo se formó el TUBA y su difícil pero fructífero derrotero, hay una frase de él que voy a transcribir aquí textualmente y que dice: “ES INNEGABLE QUE OCHO AÑOS DE “SUPERVIVENCIA” DE ESTE TEATRO, MARCAN UN SALDO TREMENDAMENTE POSITIVO. COMO VIEJO FUNCIONARIO DE LA UNIVERSIDAD, YO RECUERDO MUCHOS INTENTOS QUE HUBO RESPECTO A HACER TEATRO EN LA UNIVERSIDAD, PERO TODOS ELLOS MORÍAN, NO EXISTÍAN MÁS QUE UN BREVÍSIMO TIEMPO, PORQUE CREO QUE FALTABA EL HOMBRE CLAVE PARA PODER LLEVARLOS A CABO”. Si Eduardo Vega se estaba refiriendo a mí, como el “hombre clave” que había podido lograr que el Teatro en la Universidad “sobreviviese” ocho años (y llegó a sobrevivir uno más, hasta que la derrota fue definitiva), estaríamos ante la desconcertante evidencia de que, sin Ariel Quiroga al frente, no puede pensarse en que, tras estos irrecuperables 31 años de no existir, pueda llegar alguna vez a funcionar de nuevo un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, dentro de los claustros de la Universidad de Buenos Aires… Voy a escribir una expresión un tanto grosera, pero no me sale otra: “¡NO ME JODAN…!!!” Yo pude haber tenido la resistencia como para soportar nueve años todas las afrentas y humillaciones que una “dirección de cultura” de una Universidad facciosa me prodigó con saña digna de mejor causa… pero no estuve solo. Solo nadie puede hacer nada y menos construir y llevar adelante un teatro. Desde los griegos hasta las congregaciones nómades de Lope de Rueda y Moliere y sin dejar de mencionar a los grupos independientes, como Fray Mocho, el Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta, La Máscara o Nuevo Teatro… hasta llegar a nuestro esforzado TUBA, los logros y el aguante, LA RESISTENCIA, sólo se concretan ENTRE MUCHOS. El TUBA fue una congregación de voluntades jóvenes, que desafió las censuras y persecuciones que imperaban en la Universidad que le tocó en suerte. Por eso reniego del argumento de que en la Universidad no hubo TEATRO DE REPERTORIO durante estos 31 años posteriores al TUBA, porque falta un Ariel Quiroga que lo impulse y lo sostenga. Si no lo hubo (y sería terrible pensar que no lo habrá) es porque faltan agallas; voluntad para revolcarse en la mugre y para salir a recorrer caminos a la intemperie, como lo hizo hidalgamente “La barraca” de García Lorca y también heroicamente el TUBA durante casi una década. ¡A arremangarse, jóvenes y no tan jóvenes que cuentan hoy con las instalaciones pulcras del Centro Cultural Rojas…! En sus ampliados edificios o en cualquier gimnasio o aula o depósito que encuentren, aunque esté lleno de basura y libros abandonados (como encontramos nosotros el gimnasio del último piso de Corrientes 2038 en 1980), HAGAN TEATRO DE REPERTORIO, TODOS LOS FINES DE SEMANA DEL AÑO, CON ACCESO LIBRE Y GRATUITO Y DEJEN DE TEORIZAR, AL MENOS POR UN TIEMPO…!!! Jean Louis Barrault lo decía tan claramente: “LA TEORÍA NO ES NADA DIFÍCIL… PERO MÁS FÁCIL AUN ES LA PRÁCTICA”. Ya no me quedan más palabras para defender aquello que fue el TUBA. Toda su historia grande y pequeña está contenida en este Blog. Se puede empezar a leerlo por cualquier parte, porque no he seguido un hilo de continuidad al elaborarlo. Es una bitácora de recuerdos y testimonios, volcados a medida que algún hecho del presente me lo motivaba, en un tiempo de mi vida de ostracismo y meditación, en la ciudad elegida para terminar mis días: Mar del Plata. El pequeño video que voy a insertar a continuación refleja algo de lo que fueron dos de los espectáculos clásicos del TUBA que significaron sendos trabajos de investigación, algo que por lo corriente los elencos armados en cooperativa, de transitoria existencia, no llegan ni siquiera a intentar. “EL ATOLONDRADO o LOS CONTRATIEMPOS”, de Moliere, en 1979 y “FEDRA”, de Jean Racine en 1980, enfrentaron al TUBA con dos estilos de plasmación escénica absolutamente opuestos: el austero clasicismo de “FEDRA” (que no llegó a entusiasmar, como era habitual, al público del TUBA) y el desborde farsesco de “EL ATOLONDRADO”, que generó risas a granel, al punto que no sabíamos qué hacer para contener al enorme caudal de espectadores que se apiñaban por ingresar a nuestra pequeña sala de Corrientes 2038. ¡Lo que fue aquella función de “EL ATOLONDRADO” en el enorme hemiciclo del Aula Magna de la Facultad de Odontología, un día antes del estreno de “LA VIDA ES SUEÑO”, de Calderón…! Cientos de jóvenes estudiantes, tal vez futuros odontólogos, que esa noche participaron de una celebración descomunal, de una algarabía incontenible, aplaudiendo cada frase de un texto ingenioso como pocos, en el que –como es habitual en Moliere-, “no queda títere con cabeza” en la crítica feroz hacia todos los “malandrines” de una sociedad que tolera a los corruptos porque la corrupción forma parte de sus raíces. ¡Cuánto se atrevía a denunciar el TUBA, por boca de autores valientes como Moliere…!!!

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