He hablado varias veces a lo largo de este Blog de la importancia de esa obra, escrita en 1934 pero con enorme vigencia todavía, puesto que trata un tema siempre actual: el rechazo de los hijos jóvenes a la forma de vida que sus padres tratan de imponerles, aferrados a la cautelosa teoría de que “hay que tratar de vivir como Dios manda”.
Lito, el hijo menor de ese padre taciturno, encorvado por su trabajo paciente de arreglar relojes, no acepta que la vida deba ser un sendero de resignado costumbrismo; apuesta al inconformismo y al riesgo de preferir “UN DÍA DE LEÓN ANTES QUE CIEN DE OVEJA”...!.
Los chicos de San Justo no quedaron indiferentes a ese enfoque transformador de la realidad que Discépolo propone en lo que habría de ser su último legado para la escena y en una revista casera que editaban en su colegio, que se llamaba “Nosotros”, escribieron: “Hemos visto “Relojero” en el Teatro Universitario y nos ha gustado mucho. El maestro no está de acuerdo, pero creemos que Lito es el que tiene la razón al pensar como piensa. Queremos que los demás grados vayan a verla, porque encima es gratuito, PERO VALE MÁS QUE SI LA ENTRADA HUBIERA QUE PAGARLA A PRECIO DÓLAR”.
¡Qué maravilla...!!! Cuánto hacíamos por difundir ideas nuevas desde nuestro humilde escenario del TUBA, aun en medio de una época tan oscura como la que se vivía en la Argentina en 1978...
Por entonces nos invitaron a un programa radial, por LRA Radio Nacional. La grabación tomada al aire de ese programa ha quedado un tanto ruidosa, pero así y todo considero que es un testimonio todavía válido hoy en día, a fines de 2012, para seguir demostrando a aquellos “que no quieren oir ni aceptar”, lo que significó esa esforzada, heroica existencia del Teatro de la Universidad de Buenos Aires (el TUBA) entre 1974 y 1983... los años del Horror y los años en los que unos 1.600 jóvenes universitarios apostaron al Teatro como resorte alertador y movilizador de la conciencia colectiva.
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