sábado, 3 de noviembre de 2012

ECOS SONOROS DEL TUBA: AQUEL DOMINGO 5 DE JUNIO DE 1983: EL ÚLTIMO DÍA DE LA HISTORIA DE NUEVE AÑOS DEL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES...

Había estado haciendo mucho frio. El público de Buenos Aires, que siempre colmaba nuestra sala de Corrientes 2038 (el viejo barracón donde hoy, remodelado, está el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la UBA), no llegaba a ocupar las últimas filas de butacas. Dos días antes, el viernes 3 de junio, yo había presentado mi definitiva renuncia en la mesa de entradas del Rectorado.
El motivo...? Un mes atrás había muerto mi madre, mi única familia por entonces. El día de su inhumación en Chacarita, había concurrido a dictar la clase del Curso Regular de Drama.
Teníamos pendiente una invitación para realizar una breve temporada de quince días en el Teatro Auditorium de Mar del Plata, en donde habíamos estado el año anterior, un sábado de octubre, ofreciendo dos espectáculos en una velada interminable pero gloriosa: “El día que mataron a Batman”, de Daniel Hadis (estudiante de derecho e integrante del TUBA) y “Stéfano”, el grotesco de Armando Discépolo que representamos dos años seguidos, en 1981 y 1982.
En Mar del Plata íbamos a estrenar un texto del teatro nacional que hoy, fines de 2012, no se ha estrenado todavía: “El gajo de enebro”, de Eduardo Mallea y otro texto francés, tampoco conocido aun en nuestro país: “Fantasio”, de Alfred de Musset.
Ese viernes 3 de junio, pasado el mediodía, me había llegado la última respuesta del entonces Director de Cultura, Dr. Jorge Luis García Venturini: “Arréglense como puedan; pasajes y viáticos para el Teatro no hay, porque ustedes no son personal rentado de la Universidad”.
“Arréglense como puedan”, esa era la respuesta de la Universidad de Buenos Aires para los integrantes del elenco de teatro que llevaba su nombre y su emblema desde hacía nueve años.
Qué otra cosa se podía esperar de una Universidad que nos había dejado al abandono siempre; que nos había hostigado, perseguido, censurado y hasta amenazado...?
Ese domingo 5 de junio de 1983 fue la última función del TUBA en Corrientes 2038. Hubo algunas más hasta septiembre, en el auditorio de la Facultad de Derecho y en un sótano de Filosofía y Letras, que se hicieron prácticamente a escondidas.
Sacando fuerzas de un derrumbe interior en el que se mezclaban muchas cosas: la muerte de mi madre; el curso que iba a quedar interrumpido; los planes que teníamos elaborados para muchos años por venir; las más de 1.100 funciones realizadas en tantos lugares, desde el Cervantes hasta los almacenes de ramos generales en pleno campo... me dirigí al público e improvisé las palabras de despedida que voy a insertar a continuación.
En el mismo tramo de audio, va a estar el final de esa función última de un teatro universitario de repertorio que a partir de entonces iba a desaparecer para siempre, sepultada su memoria en el más cruel e injusto de los olvidos: es la voz enronquecida por la bronca de un íntérprete del TUBA, gritando a voz en cuello ese clamor del hombre humilde ultrajado por el mercantilismo, en “El poeta”, de Enrique Wernicke.
Con ese desgarrado: "Tratando de vivir... Viendo vivir..." y el descomunal aplauso que le siguió, se cerraba para siempre (hasta hoy) la historia del TUBA (1974 - 1983).
Queda algo por agregar sobre lo que fue, lo que quiso ser y lo que se le impidió ser al TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES (el TUBA)...?
 

 
 



No hay comentarios:

Publicar un comentario