sábado, 6 de octubre de 2012

LA DEUDA

Tal vez lo he dicho en varios capítulos de este Blog, que nace en febrero de 2010, veintisiete años después que el TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES tuviera que cerrar sus puertas, obligado por la propia Universidad de Buenos Aires. La Universidad de la dictadura (años 1976 a 1983) podía tener motivos para lograr la desaparición de ese Centro de Drama que nucleaba cientos de jóvenes universitarios por año; al que asistían miles de espectadores en forma gratuita (un promedio de 38.000 cada año) y en el que si bien se soslayaban los repertorios comprometidos políticamente, no había autor ni título de cada temporada en los que no se propagasen mensajes “encubiertos” sobre el derecho a la libertad, el derecho a la igualdad y el rechazo a los abusos de poder desde el Estado. (Ignorábamos que, encima, ese Estado que nos oprimía y nos censuraba, era un Estado genocida, como no lo había sido ningún otro en el pasado de la República Argentina, por autoritarios y demagógicos que hubieran sido unos cuantos). Jamás entenderé, hasta que alguien me lo explique con fundamentos lógicos, qué motivos tuvo la Universidad renaciente en democracia a partir de fines de 1983 y todos los sucesivos gobiernos universitarios hasta hoy en día, para haber sepultado en el olvido la heroica labor cumplida por el TUBA a lo largo de sus nueve años de existencia y menos podré entender cuales son los impedimentos, ahora que no hay genocidas gobernándonos ni amenazas de censuras ni persecuciones, para que esta Universidad de Buenos Aires, que cuenta con un espacio multidisciplinario como el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas en permanente expansión, no haya incorporado a sus proyectos de extensión extracurricular la creación de un nuevo TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, en cuyos talleres de experimentación pudiesen formarse nuevas generaciones de universitarios en la ejercitación práctica de los distintos quehaceres del drama representado, desde la mera función actoral hasta la de investigadores, ensayistas, escenógrafos, vestuaristas, directores de escena y también (por qué no...?), la de autores de ejercicios de dramaturgia enfocados en problemáticas sociales de la hora actual. Todas esas funciones y muchas más (la de carpintero, barredor de sala, acarreador de decorados por la calle, limpiador de baños, costurero de telones, electricista, repartidor de volantes por la calle, con lluvia o con sol radiante...) fueron cumplidas con entusiasmo digno de mejor suerte por aquellos cientos, (alrededor de 1.600) jóvenes que hicieron del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES su trinchera de combate, con enorme coraje y lozana alegría, entre 1974 y 1983. La Universidad de Buenos Aires, el Estado argentino, el pueblo de esta Argentina plagada de problemas, PERO EN DEMOCRACIA PLENA, tienen contraída una deuda para con toda esa muchachada, que hoy frisa los cincuenta y tantos años, y que sería muy fácil de saldar, sin necesidad de adquirir dólares en el mercado paralelo ni contraer empréstitos con el Fondo Monetario Internacional y otros depredadores por el estilo. La deuda con el TUBA se paga en un santiamén, casi en un abrir y cerrar de ojos: RECONOCIENO SU HISTORIA como parte de la historia de la Universidad de Buenos Aires... y abriendo el próximo martes 9 de octubre, luego del feriado, una convocatoria similar a la que, en octubre de 1974, se puso en precarios cartelitos en las pizarras de consulta de todas las facultades y colegios dependientes del Rectorado de la UBA: “SE INVITA A LOS ESTUDIANTES, DOCENTES, NO DOCENTES Y GRADUADOS A INSCRIBIRSE PARA LA FORMACIÓN DE UN TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO”. ¡Si lo que resta pagar de la deuda externa argentina fuera tán fácil de saldar...!!!!

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