Junji Kinoshita, nacido
en Tokyo en 1914, ha influído decisivamente en la conformación del
teatro japonés moderno, pese a sus arraigos en Shakespeare y en los
cuentos populares antiguos. En su temporada de 1980, inaugurando la
sala experimental en el gimnasio en desuso del último piso del
edificio de Corrientes 2038, el TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS
AIRES montó, junto a otros seis espectáculos en alternancia, una
obra de Kinoshita: “La grulla crepuscular”, inspirada en la
leyenda medieval de la grulla herida, que al ser salvada por un
campesino, se transforma en mujer para acompañarlo. La tierna
historia de gratitud y amor termina desvirtuada por la codicia del
campesino, que le exige a su esposa-grulla que teja una tras otra,
sin parar, telas con sus propias plumas, para ser vendidas en el
mercado de la ciudad. Con la última tela y casi sin fuerzas para
poder remontar vuelo, la grulla-mujer abandona a su esposo-hombre,
que paga el precio por su codicia demasiado tarde y sin comprenderlo.
Fue para el TUBA una
experiencia más (muy bella en su concreción escénica), en pos de
abordar estilos y géneros inexplorados o escasamente transitados por
otros centros de investigación en el terreno de la dramática.Teníamos una grabación completa de “La grulla”, pero hoy sólo quedan los escasos instantes finales de una representación de agosto de 1980. Unos ínfimos minuto y medio, que pueden servir aún de testimonio sobre la validez de este tipo de propuestas innovadoras, por parte de un centro de drama universitario tan combatido y negado no sólo en sus aciertos artísticos, sino en toda su existencia misma de nuevo años de labor en continuidad.
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