jueves, 1 de diciembre de 2011

EN EL DÍA DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA...ALGO RELACIONADO CON LA HISTORIA DEL TUBA

MI IMAGEN, MIRANDO HACIA LO ALTO, EN "LA VIDA ES SUEÑO", HECHA EN EL TUBA EN 1979.COMO SEGISMUNDO, MI IDENTIDAD TAMBIÉN SERÍA SUPRIMIDA SOCIALMENTE, POR PRESUNCIÓN DE CONTAGIO.

Hoy, 1º de diciembre de 2011, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, los avances de la medicina permiten una esperanza de vida a largo plazo para aquellos que reciban el tratamiento adecuado, lo cual no evita que su condición de infectados siga significando un estigma a la hora de acceder a los medios laborales u otros ámbitos de inserción social.
Lo escuchaba esta mañana en la radio, de boca de pacientes que trabajan en instituciones por la igualdad de posibilidades frente al resto de los ciudadanos, a la hora de llenar una solicitud de empleo o acceder a un cargo mediante presentación de currícula. La definición que dieron me puso la piel de gallina: “Hoy ya no se muere de SIDA, pero tener SIDA significa la MUERTE SOCIAL”.
Al TUBA como ente orgánico y a todos cuantos estuvimos en él, esa MUERTE SOCIAL nos alcanzó en el momento mismo en que pasamos a ser considerados “cómplices de la dictadura”, por la única pero determinante razón de haber existido entre mediados de 1974 y mediados de 1983. Nuestro contagio del virus “denigrante” fue el período de nuestra vida como Teatro Universitario de Repertorio.
Se nos consideró “infectados” y se nos DISCRIMINÓ simplemente por portación de época. La “complicidad” nunca pudo ser probada, porque no existió. Todo lo contrario. Nuestra actitud fue de RESISTENCIA, de REBELDÍA, de cauta pero decidida OPOSICIÓN.
Recuerdo las miradas recelosas, (el mismo “cuidado” que todavía tienen muchos en cercanía de un paciente de SIDA), cuando yo iba de un lugar a otro, después del cierre del TUBA, presentando proyectos de reabrir un Teatro Universitario donde continuar su historia.
Ya fuese en la aristocrática Universidad de Belgrano o en la sede del Club Deportivo “All Boys”, (cito sólo dos de los tantos sitios a los que acudí), siempre la respuesta, reticiente, nunca franca, nunca pronunciada mirándome a los ojos, era “Por hora no es posible...”.
Un buen día me tuve que convencer que haber creado y dirigido el Teatro de la Universidad de Buenos Aires entre los años 1974 y 1983, había significado mi MUERTE SOCIAL.
A veces, cuando me preguntan por qué no hago teatro, contesto: “Porque hace más de veinte años decidí abandonar la vida teatral”. En realidad estoy mintiendo, por la misma vergüenza con que muchos portadores del SIDA tratan aun hoy de ocultar que lo son. Yo no abandoné el teatro y este Blog con todo su descomunal contenido es una prueba.
Los que me cerraron las puertas a partir de fines de 1983 son los que me OBLIGARON a retirarme del teatro. Para ellos debo haber merecido el mismo infame concepto que esgrimen algunos siniestros personajes (como lo escuchaba hoy) frente a los que sobrellevan el virus en su cuerpo: “Sidoso de mierda”. A mí, si hubieran sido lo suficientemente francos, me hubieran espetado: “Procesista de mierda” (en alusión, para los que lean esto fuera de la Argentina, a la autodenominación de la dictadura militar, que fue la de “Proceso de Reorganización Nacional”).
Particularmente, he soportado con estoicismo la injuria encubierta. Aquí estoy, a mis casi 72 años, escribiendo con orgullo sobre aquella heroica epopeya del TUBA. Lo que sí me ha dolido fue comprobar, al encontrarme en internet con la trayectoria de algunos integrantes del TUBA que siguieron en la faena del teatro, que “omitieran” en sus curriculum haber estado allí, incluso en algunos casos por espacio de cuatro, cinco o siete años.
Probablemente también ellos se sintieron pasibles de ser discriminados, por portadores del VIRUS DE INMUNODEFICIENCIA CAUSADO POR EL “PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL”, contraído en un “vergonzante teatro de repertorio” durante los años 1974 a 1983.

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