domingo, 1 de julio de 2012
CUANDO LAS UNIVERSIDADES SE NIEGAN A DAR RESPUESTAS
ESCENA FINAL DE "LOS DISFRAZADOS", DE CARLOS MAURICIO PACHECO, EN UNA REPRESENTACIÓN DEL TUBA EN EL TEATRO SAN MARTÍN (AÑO 1975)
El cierre del TUBA en junio de 1983 generó una serie de testimonios de adhesión de instituciones relacionadas con el quehacer teatral y el devenir cultural de ese momento, entre los cuales merece traerse a colación el de la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores), que con la firma de su Presidente, Don Roberto Tálice, se dirigió al entonces Rector de la UBA en los siguientes términos:
“Distinguido Señor: Con verdadero sentimiento, la Junta Directiva de esta Sociedad General de Autores de la Argentina (ARGENTORES) ha tomado conocimiento de la decisión del elenco del “Teatro de la Universidad de Buenos Aires”, en el sentido de dar por terminadas sus funciones, en razón de la indiferencia e incomprensión de las autoridades universitarias. La actitud sería lamentable enfrentada a los esfuerzos que otras instituciones, privadas y oficiales, vienen haciendo para compensar el déficit provocado por el desaliento de una época en inexplicable decepción. ARGENTORES no puede ser ajena a este menoscabo y es por esa razón que se dirige al señor Rector para invitarlo muy cordialmente a hacer cuanto esté a su alcance, a los fines de regularizar el funcionamiento del elenco en falencia. Será una postura que le reconocerá el país, no muy sobrado de estímulos culturales en estos momentos de crisis. Le agradecemos de antemano el interés que quiera prestar a la solución de este asunto.”
El entonces Rector de la Universidad de Buenos Aires hizo oídos sordos a la carta de Argentores y ni siquiera se molestó en contestarla. El TUBA había abarcado en sus nueve años de vida un repertorio universalista, pero el teatro rioplatense había ocupado dentro de él un espacio que otros centros dramáticos oficiales, privados o independientes prácticamente habían dejado desierto. Los “éxitos” (no de taquilla, porque el TUBA no vendía entradas pero sí convocaba a multitudes de espectadores), que habían significado las obras puestas en escena de Martha Lehmann, Enrique Wernicke, Juan Carlos Ghiano, Alberto Wainer, Roberto Cossa, Leopoldo Marechal, Julio Cortázar, Victoria Ocampo, Felisa Kudyumjian, William Shand (autores contemporáneos) y de Armando Discépolo, Nemesio Trejo, Ezequiel Soria, Enrique Buttaro, Florencio Sánchez, Carlos Mauricio Pacheco, Alberto Novión, José González Castillo, Alberto Vacarezza, Roberto Cayol, Samuel Eichelbaum, (de épocas anteriores), habían hecho del TUBA un ámbito referencial para la divulgación de ese “maltratado teatro nacional” del que ARGENTORES era esencial cuidadora.
El TUBA había llegado, además, a generar una dramática surgida de su propio seno: “EL DÍA QUE MATARON A BATMAN”, del entonces estudiante de derecho e integrante de su elenco Hugo Daniel Hadis, había estado un año entero en cartel en la temporada de 1982 y varios miles de jóvenes habían vibrado de entusiasmo al asistir a su demoledor mensaje sobre la fatuidad del poder y la farsa de las “idolatrías incondicionales”. Además de las más de sesenta representaciones en la sala de Corrientes 2038, las realizadas de “El día que mataron a Batman” en el Aula Magna de la Facultad de Derecho en Buenos Aires y en el Teatro Auditorium de Mar del Plata habían alcanzado ribetes de verdadera MOVILIZACIÓN, estando todavía la dictadura militar en el gobierno.
Casi treinta años después del cierre del TUBA, la actitud del Rectorado de la Universidad de Buenos Aires sigue siendo la misma, frente a la posible continuidad de un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO por la cual (sin posibilidad alguna de formar ya parte de él a mis 72 años), vengo haciendo tantos y tan reiterados reclamos: NO RESPONDER. Cosa rara, porque las universidades deberían estar obligadas a dar respuestas a la sociedad a cualquier interrogante que tenga que ver con su formación cultural, científica o humanística. Es que acaso un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, como lo fue el TUBA durante nueve años seguidos, no encuadra en ninguna de esas premisas...?. ¡Qué parecidas son las universidades en democracia a las universidades de las dictaduras...cuando niegan las mismas respuestas...!
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