miércoles, 25 de enero de 2012

DE LO EFÍMERO A LO PERDURABLE

Jean Louis Barrault definía al teatro como “el arte de lo efímero”.
Todo comienza cuando las luces de la sala se apagan y todo termina cuando el aplauso del público ha concluido y esa misma sala vuelve al estado de silencio y penumbra, hasta la noche siguiente. Aun no se ha inventado el mecanismo audiovisual que permita atesorar lo que sucede en medio de esos dos instantes: el de las luces de la sala apagándose con el público adentro y el de las luces volviéndose a apagar, pero ahora con la sala vacía.
Ni el ultramoderno BLU-RAY, ni el ya en vías de desaparición DVD, ni el anterior VHS, ni la tecnología satelital que nos permite asistir desde cualquier ciudad del mundo (en mi caso, Mar del Plata, en Argentina) a una función del Metropolitan Opera House en el preciso lapso de horas en que está aconteciendo en Nueva York... nada tiene todavía (y dudo que lo tenga en un futuro), la capacidad de “atrapar” el hecho escénico y convertirlo en una experiencia vital semejante a la que significa ESTAR en el lugar de la representación cuando esta ocurre.
De los nueve años de vida del “Teatro de la Universidad de Buenos Aires” (el TUBA) han quedado una serie de fotografías; algunas funciones completas grabadas y algunos testimonios de charlas y audiciones radiales. Todo ese material de archivo que se pudo conservar a lo largo del tiempo (mucho también se perdió, como la filmación integral de “Las coéforas”, de Esquilo en video Betamax o la casi-integral de “El atolondrado”, de Molière en super-8), se puede hallar a lo largo de los sucesivos capítulos de este Blog (recomiendo el audio casi completo de la función en que fue prohibida “Woyzeck”, de Büchner, en 1978; la charla con estudiantes cordobeses cuando el TUBA llevó “Stéfano” a la Universidad de Córdoba en 1981 o el registro completo de “El canto del cisne”, de Chéjov, que fue lo último que hizo el TUBA en público, en la Facultad de Derecho, en septiembre de 1983, cuatro meses después del cierre de su sala en Corrientes 2038).
Más allá de este concepto de lo “inasible” del hecho teatral, dada su inmodificable condición de “arte de lo efímero”, estoy convencido que se puede de algún modo “decodificar” su esencia, su fisonomía externa y también el sentido último de su búsqueda conceptual, a través de las fotografías.
La fotografía de teatro, aun la que haya sido tomada con las viejas cámaras reflex, con rollos vencidos, en color o en blanco y negro, “expresa” mucho de ese hecho teatral que ya ha dejado de existir, hace horas o hace décadas, y que jamás volverá a existir de la misma manera, porque cada función es ÚNICA e IRREPETIBLE, así como los seres humanos son únicos e irrepetibles.
Los grupos teatrales de hoy dejan a menudo de lado el cuidado estético, al dar prioridad en sus montajes a la preocupación por la actualidad del testimonio. No interesa tanto recrear la atmósfera metafísica de “Hamlet”, sino más bien apuntar a lo que en el discurso de “Hamlet” puede servir como vehículo para dirimir o cuestionar situaciones sociales o políticas del presente y del medio en el que desarrollan su actividad.
Insisto en lo que he tratado de señalar casi machaconamente a lo largo del desarrollo temático de este BLOG: El “Teatro de la Universidad de Buenos Aires” trató de ser algo más que una propuesta de jóvenes experimentando con el hecho teatral en el despojado espacio de un aula o un escenario, desprovisto de elementos configurativos de una idea integral sobre lo que debe ser una “producción escénica”, destinada a formar parte de un REPERTORIO en forma permanente.
Algunas fotografías de espectáculos hechos por el TUBA entre 1974 y 1983 que voy a insertar a continuación (y que seguramente se repiten en distintos capítulos de este Blog) tratarán de explicitar este diferendo entre lo que suelen ser los “experimentos escénicos” momentáneos, ideados para provocar, crispar o generar reacciones contrapuestas, con la sola apoyatura de mínimos elementos y con criterio de improvisación... y lo que buscamos y en buena medida concretamos a través de la trayectoria de nueve años del TUBA: realizaciones escénicas que, partiendo de la investigación, aspirasen a conformar un producto cuyos componentes (dramatúrgicos, actorales, escenotécnicos, lumínicos, musicales) se integrasen en “un todo” indivisible y en aspiración PERDURABLE.

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