UNA ESCENA DE "LA NOCHE DE SAN JUAN", DE HENRIK IBSEN, UNO DE LOS TANTOS ESPECTÁCULOS MONTADOS POR EL TUBA EN SU SALA DE CORRIENTES 2038, EN PLENO CORAZÓN DE BUENOS AIRES
Mempo Giardinelli recordaba anoche en “6,7,8” (un programa que debería ser de “visión obligatoria” para todos los argentinos con problemas de memoria que todavía quedan), una frase que le decía su madre: “La dignidad del silencio”.
Muchísimas veces, a lo largo del recorrido por la historia del TUBA que he venido siguiendo en este Blog a partir de febrero de 2010, habrán advertido quienes se han interesado en conocer esa historia, mi bronca, mi desaliento, mi impotencia al no recibir nunca, ni antes ni ahora, una mínima respuesta de parte de la Universidad de Buenos Aires sobre las verdaderas causas que han determinado la abolición del TUBA como antecedente de un posible nuevo TEATRO DE LA UNIVERSIDAD en el marco de su potente emprendimiento cultural: el Rojas.
Federico Fellini le hizo decir al personaje de Mastroianni (que en realidad era él mismo) en un pasaje de “8 1/2”: “Hay que prepararse para el silencio”.
A los 70 años, veintiséis años después de haber dejado atrás la vida de teatro tras el cierre del TUBA, yo pude escribir los 197 capítulos de este Blog, que son (pienso), una suerte de “enciclopedia” sobre la odisea de un Teatro Universitario que existió nueve años en forma ininterrumpida, montó más de cien espectáculos, llevó a cabo 1.163 representaciones que fueron vistas con acceso libre y gratuito por (dicho esto sin la menor exageración) unos 400.000 espectadores, en su mayoría jóvenes que seguramente nunca antes habían visto una obra de Terencio, de Ibsen, de Nemesio Trejo, de Juan Carlos Ghiano, de Armando Discépolo o de Esquilo.
Hoy, finalizando ya el 2011 y a pocos meses de los 72 (si llego), me pregunto, como me lo pregunté toda esta tarde contemplando el mar, en cuya proximidad vivo desde hace tres años y medio: Vale la pena seguir esperando respuestas de quienes no han tenido hasta ahora la valentía de intentar darlas...?
El TUBA existió, logró subsistir en medio de una época atroz de la historia argentina; fue denostado, ultrajado, perseguido, amenazado, basureado por los funcionarios y empleados de aquella Dirección de Cultura de la Universidad de Buenos Aires, en cuyos oscuros recovecos anidaba la xenofobia y el desprecio por lo popular desde muchísimo antes del lóbrego advenimiento del autodenominado “proceso de reorganización nacional”.
Nunca más volverá a existir...? Qué lástima. Cuantos jóvenes que podrían formarse éticamente en sus talleres de artesanado, descubriendo y dando a conocer autores y títulos ignorados (como se hacía en el TUBA), ante su ausencia propiciatoria no tendrán más remedio que seguir anotándose en los “realitys”, en busca de fugaces instantes de “gloria” que aun en el caso de logralos dejan luego vacíos tan hondos como las profundidades oceánicas...
Prometo no seguir escribiendo nada más en este Blog. Quien se interese por conocer la historia del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, (el que nació a mediados de 1974 y murió casi a fines de 1983), no tiene más que empezar a recorrerlo.
Por mi parte, en lo que me reste de vida, espero seguir al pie de la letra la frase que decía la mamá de Mempo Giardinelli: “La dignidad del silencio”.
sábado, 17 de diciembre de 2011
jueves, 15 de diciembre de 2011
ELGAR, BRAHMS, OXFORD... Y LOS RECUERDOS DEL TUBA
INTERIOR DEL SHELDONIAN THEATRE DE OXFORD, EN UN VIEJO GRABADO
El Sheldonian Theatre es el salón de actos principal de la Universidad de Oxford y el lugar de reunión habitual de la Congregación, el cuerpo de Maestros de Artes residente que controla los asuntos culturales de la Universidad. Es una joya arquitectónica construída entre 1664 y 1669, bajo diseño de Sir Christopher Wren. A qué viene esta referencia...?
Desde mis 18 años hasta estos casi 72 actuales fuí, además de oficinista y hombre de teatro, un maniático coleccionista de música clásica. Miles de discos Long Play; videocassettes; CDs.; DVDs. y ahora los asombrantes BLU-RAY han sido y son, junto con la revalorización de la Historia del Teatro de la Universidad de Buenos Aires, casi los únicos lazos que me unen al mundo exterior, en mi solitaria, taciturna vida en las playas y calles arboladas de Mar del Plata.
Precisamente esta tarde me puse a ver un Concierto de la Filarmónica de Berlín, bajo la batuta de Daniel Barenboim, que tuvo lugar el 30 de abril de 2010 en el anciano recinto del Sheldonian Theatre de la Universidad de Oxford, donde se ejecutan dos obras que amo profundamente: el concierto para cello de Elgar y la Primera Sinfonía de Brahms.
En un momento dado dejé de observar las imágenes y llevado por esa música que conozco de memoria, nota por nota, invadió mi mente el recuerdo de aquellas funciones del Teatro de la Universidad de Buenos Aires en las Aulas Magnas de la Facultad de Derecho, de Medicina, de Odontología, de Ciencias Económicas, de Ingeniería, de Filosofía y Letras...en las que representamos, tal vez por primera vez para sus jóvenes vidas, ante cientos de estudiantes que (como los del concierto de Oxford), asistían en guardadapolvo, con sus mochilas con libros y sus bolsos...las obras de un Shakespeare, un Molière, un Discépolo, un Racine, un Chéjov, un Plauto, un Terencio...
Imaginé algo posible hoy en el Centro Cultural Rojas de la UBA. Allí tiene asiento el Coro y la Orquesta de la Universidad... Faltaría sólo agregarle la palabra “teatro”. Coro y Orquesta de la Universidad de Buenos Aires...Teatro de la Universidad de Buenos Aires...
Los aplausos al final del concierto de Elgar me vuelven a la realidad. El Coro y la Orquesta de la UBA pueden estar en el Rojas. El Teatro de la UBA (a la manera de aquel que existió nueve años seguidos y que todos llamaban “el TUBA”), por lo visto NO.
Me dispongo a ver y escuchar la Primera de Brahms, que viene a continuación de Elgar. Los estudiantes de Oxford están sentados, con ropa sport, junto a señoras y señores de aspecto muy circunspecto, que deben ser autoridades y profesores de la Universidad. (Los de la Dirección de Cultura de la UBA nunca se “mezclaron” con el estudiantado que acudía al TUBA, al que directamente trataban de “roñosos”).
Entre los acordes tempestuosos del Primer Movimiento me parece oir la gritería infernal de los estududiantes de Odontología de la UBA, aquella noche de 1979 en que les llevamos “El atolondrado”, de Molière y sus risas y aplausos sacudieron las augustas paredes del anfiteatro, en lo que fue un enjundioso, potente, irrefrenable acto de CELEBRACIÓN.
Qué viejo idiota y reblandecido soy...!
El Sheldonian Theatre es el salón de actos principal de la Universidad de Oxford y el lugar de reunión habitual de la Congregación, el cuerpo de Maestros de Artes residente que controla los asuntos culturales de la Universidad. Es una joya arquitectónica construída entre 1664 y 1669, bajo diseño de Sir Christopher Wren. A qué viene esta referencia...?
Desde mis 18 años hasta estos casi 72 actuales fuí, además de oficinista y hombre de teatro, un maniático coleccionista de música clásica. Miles de discos Long Play; videocassettes; CDs.; DVDs. y ahora los asombrantes BLU-RAY han sido y son, junto con la revalorización de la Historia del Teatro de la Universidad de Buenos Aires, casi los únicos lazos que me unen al mundo exterior, en mi solitaria, taciturna vida en las playas y calles arboladas de Mar del Plata.
Precisamente esta tarde me puse a ver un Concierto de la Filarmónica de Berlín, bajo la batuta de Daniel Barenboim, que tuvo lugar el 30 de abril de 2010 en el anciano recinto del Sheldonian Theatre de la Universidad de Oxford, donde se ejecutan dos obras que amo profundamente: el concierto para cello de Elgar y la Primera Sinfonía de Brahms.
En un momento dado dejé de observar las imágenes y llevado por esa música que conozco de memoria, nota por nota, invadió mi mente el recuerdo de aquellas funciones del Teatro de la Universidad de Buenos Aires en las Aulas Magnas de la Facultad de Derecho, de Medicina, de Odontología, de Ciencias Económicas, de Ingeniería, de Filosofía y Letras...en las que representamos, tal vez por primera vez para sus jóvenes vidas, ante cientos de estudiantes que (como los del concierto de Oxford), asistían en guardadapolvo, con sus mochilas con libros y sus bolsos...las obras de un Shakespeare, un Molière, un Discépolo, un Racine, un Chéjov, un Plauto, un Terencio...
Imaginé algo posible hoy en el Centro Cultural Rojas de la UBA. Allí tiene asiento el Coro y la Orquesta de la Universidad... Faltaría sólo agregarle la palabra “teatro”. Coro y Orquesta de la Universidad de Buenos Aires...Teatro de la Universidad de Buenos Aires...
Los aplausos al final del concierto de Elgar me vuelven a la realidad. El Coro y la Orquesta de la UBA pueden estar en el Rojas. El Teatro de la UBA (a la manera de aquel que existió nueve años seguidos y que todos llamaban “el TUBA”), por lo visto NO.
Me dispongo a ver y escuchar la Primera de Brahms, que viene a continuación de Elgar. Los estudiantes de Oxford están sentados, con ropa sport, junto a señoras y señores de aspecto muy circunspecto, que deben ser autoridades y profesores de la Universidad. (Los de la Dirección de Cultura de la UBA nunca se “mezclaron” con el estudiantado que acudía al TUBA, al que directamente trataban de “roñosos”).
Entre los acordes tempestuosos del Primer Movimiento me parece oir la gritería infernal de los estududiantes de Odontología de la UBA, aquella noche de 1979 en que les llevamos “El atolondrado”, de Molière y sus risas y aplausos sacudieron las augustas paredes del anfiteatro, en lo que fue un enjundioso, potente, irrefrenable acto de CELEBRACIÓN.
Qué viejo idiota y reblandecido soy...!
miércoles, 14 de diciembre de 2011
EL ROJAS EN ESTADO DE ALERTA...POR CULPA DEL TUBA...?
LOS JÓVENES DEL TUBA PREPARANDO UNA SALA ALTERNATIVA EN LA CANCHA DE PELOTA DEL EDIFICIO DE CORRIENTES 2038, EN 1980, EN MEDIO DE LA MAYOR PRECARIEDAD. EN ESOS TIEMPOS NO HABÍA "ALARMAS" QUE ALERTASEN A LA UNIVERSIDAD QUE ESTABA DEJANDO AL ABANDONO UN TEATRO QUE DIVULGABA CULTURA GRATUITAMENTE Y CON MUCHO DESINTERÉS Y ESFUERZO.
SÍ HABÍA RECLAMOS, ESCRITOS Y VERBALES...PERO COMO LAS "ALARMAS" DE HOY EN EL ROJAS, NO ERAN ESCUCHADOS...
Me contaba un amigo hace pocos días que mientras conversaba ocasionalmente con una señorita que forma parte del “staff” del Centro Cultural Rojas en un acto de presentación de un libro, a ella le sonó “una alarma” en su blackberry, en la que aparecía algo relacionado con este Blog sobre la Historia del TUBA.
No entiendo nada de lo que es “un blackberry”; no tuve ni tendré teléfono celular y confieso que los detesto con ensañamiento. Me aclaró luego este amigo ese asunto de “las alarmas en los blackerry”. Según me dice, suenan en los teléfonos del personal del Rojas, toda vez que se hace mención del mismo en algún sitio de internet. Convengamos que de ahí a la red de espionaje de la KGB o la Gestapo...casi no hay espacio de separación, a pesar del tiempo...
Deduzco que lo que activó la alarma en el momento en que mi amigo conversaba con esta señorita debe haber sido la “entrada” inmediatamente anterior de este Blog, que vincula el reciente tema de la pretención del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de suprimir la actividad de los llamados “trapitos”, con lo que fue en su momento, allá por 1984, la supresión del Teatro de la Universidad de Buenos Aires, poniendo en su reemplazo (y en el mismo lugar físico: el edificio de Corrientes 2038), al Rojas.
Si fue así realmente lo de la alarma, me preocupa pensar cuantas veces, a partir de febrero de 2010 (que es cuando empecé a elaborar este Blog), debo haber “alterado” a alguna o varias de las personas que trabajan dentro del Rojas, con los sonidos de “alarma” provenientes de mis menciones en el Blog.
Recapitulando (y sin haber releído todas las 195 “entradas” o capítulos que desmenuzan la Historia a partir de febrero de 2010), creo haber encontrado unas NUEVE entradas en las que puntualmente he debido mencional al Rojas, vincuando necesariamente su nacimiento con la muerte del TUBA.
Las fechas y títulos de esas nueve entradas son:
Domingo 28/febrero/2010: “ESQUILO, BATATO BAREA, OSCAR FESSLER Y EL TUBA: UNA SERIE DE INCONGRUENCIAS”
Martes 16/marzo/2010: “REFLEXIONES DE ARIEL QUIROGA DESDE SU RETIRO EN MAR DEL PLATA, A LOS 70 AÑOS”
Lunes 12/abril/2010: “QUE PASÓ DESPUÉS QUE SE CERRÓ EL TUBA EN JUNIO DE 1983...?
Lunes 3/octubre/2011: “POR QUE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES NO CUENTA HOY CON UN CENTRO DE DRAMA COMO LO FUE EL TUBA...?”
Viernes 7/octubre/2011: “DANIEL MOLINA Y EL TEMA DE LAS UTOPIAS, EN RELACIÓN CON EL TUBA”
Sábado 8/octubre/2011: “JOSE MIGUEL ONAINDIA: LA ESPERANZA PUESTA EN SU GESTIÓN CULTURAL AL FRENTE DEL ROJAS”
Domingo 9/octubre/2011: “FABIÁN LEBENGLIK FUE AMABLE, PERO NO PUDO HACER NADA POR EL TUBA”
Viernes 28/octubre/2011: “LOS VERDADEROS RESPONSABLES DE LA DESAPARICIÓN DEL TUBA”
Martes 1º/noviembre/2011: “LOS QUE 27 AÑOS ATRÁS NO SUPIERON PENSAR COMO CRISTINA KIRCHNER”
Está sonando la Alarma en estos momentos...? La escucha alguien del Rojas en su “blacknerry”...?
La escucharon esas nueve veces en que a lo largo del Blog se menciona al Rojas, sin contar las demás menciones que pude haber omitido en esta reseña...?
Lo de “Alarma” lo siento como un desdichado eufemismo. Al Rojas, a sus directivos, a sus jefes de áreas, a su personal administrativo (parte del cual estaba en aquella Dirección de Cultura que tanto combatió al TUBA), es evidente que los reclamos por la restitución a la vida activa del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES y el reconocimiento y revaloración de su historia, poco y nada le pudo ni le puede alarmar, ni mucho menos motivar a algún tipo de respuesta.
En 1965, cuando yo ingresé a Nuevo Teatro, se estaba dando “Raíces”, de Arnold Wesker, que terminó estando cinco años en cartel. En el maravilloso monólogo final que recitaba con pasión de líder Alejandra Boero, ella clamaba por la incorporación de la clase obrera a la Cultura, sacándola de la mediocridad de la televisión basura, de la propaganda burda, de los cancionistas de música barata, de la ofensiva minuto a minuto del capitalismo salvaje...
Su madre en la ficción, que encarnaba aquella maravillosa gorda llamada Miriam van Wessen le decía mientras tanto al resto de la familia, mientras servía la mesa para la cena: “Déjenla, no la escuchen, ya se va a cansar de hablar. Coman, que se enfría...!”
No sé porqué me vino a la mente este recuerdo de “Raíces”, de mis jóvenes 26 años...
Será que este tema de las “alarmas”, (que desconocía por completo hasta que este amigo me lo comentó), me lleva a imaginar que, cuando suena en los “blackberry” del Rojas, alguien debe decir a sus compañeros de gestión cultural: “Déjenlo, no lo escuchen ni se pongan a leer lo que escribe en ese Blog...ya se va a cansar de escribir en algún momento...”.
SÍ HABÍA RECLAMOS, ESCRITOS Y VERBALES...PERO COMO LAS "ALARMAS" DE HOY EN EL ROJAS, NO ERAN ESCUCHADOS...
Me contaba un amigo hace pocos días que mientras conversaba ocasionalmente con una señorita que forma parte del “staff” del Centro Cultural Rojas en un acto de presentación de un libro, a ella le sonó “una alarma” en su blackberry, en la que aparecía algo relacionado con este Blog sobre la Historia del TUBA.
No entiendo nada de lo que es “un blackberry”; no tuve ni tendré teléfono celular y confieso que los detesto con ensañamiento. Me aclaró luego este amigo ese asunto de “las alarmas en los blackerry”. Según me dice, suenan en los teléfonos del personal del Rojas, toda vez que se hace mención del mismo en algún sitio de internet. Convengamos que de ahí a la red de espionaje de la KGB o la Gestapo...casi no hay espacio de separación, a pesar del tiempo...
Deduzco que lo que activó la alarma en el momento en que mi amigo conversaba con esta señorita debe haber sido la “entrada” inmediatamente anterior de este Blog, que vincula el reciente tema de la pretención del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de suprimir la actividad de los llamados “trapitos”, con lo que fue en su momento, allá por 1984, la supresión del Teatro de la Universidad de Buenos Aires, poniendo en su reemplazo (y en el mismo lugar físico: el edificio de Corrientes 2038), al Rojas.
Si fue así realmente lo de la alarma, me preocupa pensar cuantas veces, a partir de febrero de 2010 (que es cuando empecé a elaborar este Blog), debo haber “alterado” a alguna o varias de las personas que trabajan dentro del Rojas, con los sonidos de “alarma” provenientes de mis menciones en el Blog.
Recapitulando (y sin haber releído todas las 195 “entradas” o capítulos que desmenuzan la Historia a partir de febrero de 2010), creo haber encontrado unas NUEVE entradas en las que puntualmente he debido mencional al Rojas, vincuando necesariamente su nacimiento con la muerte del TUBA.
Las fechas y títulos de esas nueve entradas son:
Domingo 28/febrero/2010: “ESQUILO, BATATO BAREA, OSCAR FESSLER Y EL TUBA: UNA SERIE DE INCONGRUENCIAS”
Martes 16/marzo/2010: “REFLEXIONES DE ARIEL QUIROGA DESDE SU RETIRO EN MAR DEL PLATA, A LOS 70 AÑOS”
Lunes 12/abril/2010: “QUE PASÓ DESPUÉS QUE SE CERRÓ EL TUBA EN JUNIO DE 1983...?
Lunes 3/octubre/2011: “POR QUE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES NO CUENTA HOY CON UN CENTRO DE DRAMA COMO LO FUE EL TUBA...?”
Viernes 7/octubre/2011: “DANIEL MOLINA Y EL TEMA DE LAS UTOPIAS, EN RELACIÓN CON EL TUBA”
Sábado 8/octubre/2011: “JOSE MIGUEL ONAINDIA: LA ESPERANZA PUESTA EN SU GESTIÓN CULTURAL AL FRENTE DEL ROJAS”
Domingo 9/octubre/2011: “FABIÁN LEBENGLIK FUE AMABLE, PERO NO PUDO HACER NADA POR EL TUBA”
Viernes 28/octubre/2011: “LOS VERDADEROS RESPONSABLES DE LA DESAPARICIÓN DEL TUBA”
Martes 1º/noviembre/2011: “LOS QUE 27 AÑOS ATRÁS NO SUPIERON PENSAR COMO CRISTINA KIRCHNER”
Está sonando la Alarma en estos momentos...? La escucha alguien del Rojas en su “blacknerry”...?
La escucharon esas nueve veces en que a lo largo del Blog se menciona al Rojas, sin contar las demás menciones que pude haber omitido en esta reseña...?
Lo de “Alarma” lo siento como un desdichado eufemismo. Al Rojas, a sus directivos, a sus jefes de áreas, a su personal administrativo (parte del cual estaba en aquella Dirección de Cultura que tanto combatió al TUBA), es evidente que los reclamos por la restitución a la vida activa del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES y el reconocimiento y revaloración de su historia, poco y nada le pudo ni le puede alarmar, ni mucho menos motivar a algún tipo de respuesta.
En 1965, cuando yo ingresé a Nuevo Teatro, se estaba dando “Raíces”, de Arnold Wesker, que terminó estando cinco años en cartel. En el maravilloso monólogo final que recitaba con pasión de líder Alejandra Boero, ella clamaba por la incorporación de la clase obrera a la Cultura, sacándola de la mediocridad de la televisión basura, de la propaganda burda, de los cancionistas de música barata, de la ofensiva minuto a minuto del capitalismo salvaje...
Su madre en la ficción, que encarnaba aquella maravillosa gorda llamada Miriam van Wessen le decía mientras tanto al resto de la familia, mientras servía la mesa para la cena: “Déjenla, no la escuchen, ya se va a cansar de hablar. Coman, que se enfría...!”
No sé porqué me vino a la mente este recuerdo de “Raíces”, de mis jóvenes 26 años...
Será que este tema de las “alarmas”, (que desconocía por completo hasta que este amigo me lo comentó), me lleva a imaginar que, cuando suena en los “blackberry” del Rojas, alguien debe decir a sus compañeros de gestión cultural: “Déjenlo, no lo escuchen ni se pongan a leer lo que escribe en ese Blog...ya se va a cansar de escribir en algún momento...”.
sábado, 10 de diciembre de 2011
LOS “TRAPITOS” Y “EL TUBA”: DOS REALIDADES DE UNA GRAN CIUDAD: BUENOS AIRES
Anoche escuché una reflexión en boca de uno de los panelistas del programa “Duro de domar” que logró aclararme de una vez por todas una suerte de “incongruencia” respecto de lo que significó en su momento reemplazar la existencia del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, con nueve años de historial a cuestas, por el proyecto CENTRO CULTURAL RECTOR RICARDO ROJAS, en el mismo edificio de la UBA, en la avenida Corrientes 2038.
Analizando la intención del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de suprimir la actividad de los llamados “trapitos” (o sea: los desocupados que se dedican a cuidar los automóviles estacionados a cambio de una propina), este panelista de uno de los pocos sitios televisivos “sin pelos en la lengua” dijo más o menos esto: “Es un absurdo pretender que los trapitos no existan más, porqué ESTÁN desde hace mucho y son una REALIDAD que no se puede suprimir de un día para otro.”.
Imaginemos que de pronto el último director del Rojas renuncia (como fueron renunciando tantos a lo largo de los 25 o más años de su existencia) y entonces la Universidad de Buenos Aires decide reemplazarlo (al Rojas) por un “teatro de repertorio” (a la manera de lo que fue el TUBA). Qué diría la opinión pública...?: “Es un disparate.El Rojas existe desde décadas; es un ámbito cultural multifacético; allí se dictan cursos, se hacen exposiciones, debates, cine, música, circo, teatro...montones de cosas, que no pueden ser reemplazadas de la noche a la mañana sólo por UN TEATRO DE REPERTORIO...!”.
Volvamos a 1984, año en que se crea el Rojas. El TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES existía todavía, al menos en teoría. Mi renuncia de junio de 1983 al cargo de Director Titular fue relativizada desde el Rectorado de la UBA. “El Teatro va a seguir existiendo”, afirmó en un comunicado que tomó estado público a través de los diarios el Rector de la Universidad.
Sin embargo la existencia del TUBA fue extinguida de raiz al ponerse en su lugar el Centro Cultural Rojas. El TUBA, como “los trapitos”, existía de hecho (era una REALIDAD), desde hacía mucho tiempo: nueve años de actividad permanente no son moco de pavo.
Al TUBA acudía una enorme corriente de público, que podía disfrutar de ver teatro en forma GRATUITA, con hasta SEIS espectáculos en alternancia en un mismo fin de semana. Eso desapareció al aparecer el Rojas. La perspectiva en materia cultural de quienes crearon el Rojas fue, sin duda, mucho más amplia y abarcativa que la que hubiera tenido el hecho de mantener en actividad sólo un TEATRO DE REPERTORIO, pero convengamos que no es entendible porqué ese criterio de “amplitud” no pudo “abarcar” también la continuidad del TUBA...
Recién anoche, veintiocho años después de no entender y no poder aceptar porqué la Universidad de Buenos Aires no había conservado al TUBA como parte del contexto del Rojas, un panelista de “Duro de domar” (cuyo apellido creo que es Hamilton), me dió la clave al definir la eventual supresión de “los trapitos” como “una absurda pretensión de negar la REALIDAD”.
El TUBA y “los trapitos”, en definitiva, han terminado siendo víctimas de una suerte de desangelado elitismo, que no ve con buenos ojos lo que significa intrínsicamente la palabra PUEBLO.
Analizando la intención del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de suprimir la actividad de los llamados “trapitos” (o sea: los desocupados que se dedican a cuidar los automóviles estacionados a cambio de una propina), este panelista de uno de los pocos sitios televisivos “sin pelos en la lengua” dijo más o menos esto: “Es un absurdo pretender que los trapitos no existan más, porqué ESTÁN desde hace mucho y son una REALIDAD que no se puede suprimir de un día para otro.”.
Imaginemos que de pronto el último director del Rojas renuncia (como fueron renunciando tantos a lo largo de los 25 o más años de su existencia) y entonces la Universidad de Buenos Aires decide reemplazarlo (al Rojas) por un “teatro de repertorio” (a la manera de lo que fue el TUBA). Qué diría la opinión pública...?: “Es un disparate.El Rojas existe desde décadas; es un ámbito cultural multifacético; allí se dictan cursos, se hacen exposiciones, debates, cine, música, circo, teatro...montones de cosas, que no pueden ser reemplazadas de la noche a la mañana sólo por UN TEATRO DE REPERTORIO...!”.
Volvamos a 1984, año en que se crea el Rojas. El TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES existía todavía, al menos en teoría. Mi renuncia de junio de 1983 al cargo de Director Titular fue relativizada desde el Rectorado de la UBA. “El Teatro va a seguir existiendo”, afirmó en un comunicado que tomó estado público a través de los diarios el Rector de la Universidad.
Sin embargo la existencia del TUBA fue extinguida de raiz al ponerse en su lugar el Centro Cultural Rojas. El TUBA, como “los trapitos”, existía de hecho (era una REALIDAD), desde hacía mucho tiempo: nueve años de actividad permanente no son moco de pavo.
Al TUBA acudía una enorme corriente de público, que podía disfrutar de ver teatro en forma GRATUITA, con hasta SEIS espectáculos en alternancia en un mismo fin de semana. Eso desapareció al aparecer el Rojas. La perspectiva en materia cultural de quienes crearon el Rojas fue, sin duda, mucho más amplia y abarcativa que la que hubiera tenido el hecho de mantener en actividad sólo un TEATRO DE REPERTORIO, pero convengamos que no es entendible porqué ese criterio de “amplitud” no pudo “abarcar” también la continuidad del TUBA...
Recién anoche, veintiocho años después de no entender y no poder aceptar porqué la Universidad de Buenos Aires no había conservado al TUBA como parte del contexto del Rojas, un panelista de “Duro de domar” (cuyo apellido creo que es Hamilton), me dió la clave al definir la eventual supresión de “los trapitos” como “una absurda pretensión de negar la REALIDAD”.
El TUBA y “los trapitos”, en definitiva, han terminado siendo víctimas de una suerte de desangelado elitismo, que no ve con buenos ojos lo que significa intrínsicamente la palabra PUEBLO.
sábado, 3 de diciembre de 2011
A MANERA DE PRÓLOGO PARA LA HISTORIA QUE SIGUE DESPUÉS
Muchos mensajes que recibo a diario, agradeciéndome la existencia de este Blog porque la Historia del Teatro de la Universidad de Buenos Aires les genera inquietud por emprender otras historias, parecidas o diferentes, revelan que ese interés proviene casi exclusivamente de la lectura de las “entradas” más recientes. A mí mismo me cuesta “retroceder” y revisar todos los capítulos anteriores, que parten de febrero de 2010. Sin embargo, aconsejo que lo hagan. En cada “entrada”, en cada fotografía, en cada fragmento sonoro, hay una pieza, pequeña o grande, del rompecabezas que es esa historia de nueve años, tan injustamente relegada al olvido por la Universidad en cuyos claustros transcurrió.
Sea como sea, a modo de recopilación, trataré de hacer aquí un relato, lo más apretado posible, del total de esa historia, confiando en que, en sucesivos días o meses, vayan en pos de los fragmentos dispersos, no cronológicos, de la historia total.He aquí la síntesis:
A mediados de 1974, con 34 años y más de veinte como director teatral en el campo de la escena independiente y profesional de mi país (Argentina), tuve una impensada oportunidad de presentar a la Universidad de Buenos Aires (en la sede de su Dirección de Cultura) el viejo y acariciado proyecto de formar un Teatro Universitario de Repertorio, cuyos “actores”, “técnicos”, “escenógrafos”, “iluminadores” y cuanto menester se de cita dentro de un teatro, fuesen los estudiantes, docentes o graduados de la propia universidad.
Peter Brook define esa postura como “dejar atrás las viejas rutinas e ir en pos de nuevas vitalidades”. La perspectiva era la de generar un Centro de Drama donde se privilegiase la investigación, la búsqueda de repertorios ignorados y en el cual los jóvenes accediesen a la vida teatral desde la práctica, logrando que su experiencia a nivel individual sirviese a la vez de una fuente de divulgación y disfrute en espectadores provenientes de todos los sectores de la sociedad, con acceso libre y gratuito.Todo se hizo desde la nada más absoluta. Pero en poco más de un año ese Centro de Drama, al cual habían acudido masivamente los estudiantes de la UBA de todas las carreras, se presentaba en el Teatro Nacional Cervantes con un “repertorio en alternancia” compuesto de tres comedias de Terencio, Plauto y Menandro.
Por propia iniciativa se autodenominó “Teatro Universitario de Buenos Aires” pero prevaleció en el conocimiento público la sigla formada por cuatro letras: TUBA.
Convertido de hecho en una compañía teatral estable, con continuidad de presentaciones los doce meses de cada año, cursos introductorios, talleres internos de artesanado y análisis crítico de textos, sin contar con presupuesto alguno, autosustentándose para la compra de elementos de decoración y vestuario, el TUBA fue por espacio de nueve años seguidos un lugar al que acudían unos 38.000 espectadores por temporada, a descubrir y apreciar autores como Molière, Florencio Sánchez, Oscar Wilde, Juan Carlos Ghiano, William Shakespeare, Georg Büchner, Ramón del Valle Inclán, Carlos Mauricio Pacheco, Jean Racine, Anton Chéjov, John Synge, Alberto Vacarezza, Sófocles, Henrik Ibsen, Alexander Pushkin, Esquilo, Enrique Wernicke, Lope de Rueda y muchos, muchos más, a menudo a través de obras que nunca antes ningún otro teatro había dado a conocer en el país.Desde una sala en pésimas condiciones, sin camarines, ni baños, ni calefacción en invierno ni ventilación en verano, enclavada en un vetusto edificio de la Universidad, en la avenida Corrientes 2038, el TUBA logró concretar 1.163 representaciones y simultáneamente con ellas salir de gira por los aulas de las facultades, los centros culturales barriales y del conurbano, parroquias, bibliotecas, tablados a cielo abierto en pleno campo y universidades del interior (las de Córdoba y Mar del Plata entre otras).
Semejante ejemplo de laboriosidad, desinterés y pasión juvenil transcurrió necesariamente en una época siniestra de la historia argentina y el TUBA tuvo que subsistir azarozamente en medio de amenazas, prohibiciones, depredaciones y ultrajes de todo tipo, provenientes (aunque resulte inconcebible), de la propia Universidad que a partir de su quinta temporada de vida había exigido que llevase como emblema su nombre: TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES.
En junio de 1983, en medio de un catastrófico estado de abandono, suciedad y derrumbe en el edificio de Corrientes 2038 que consideraba “su sede”; sin apoyo para cumplir con una gira al Teatro Auditorium de Mar del Plata ni mucho menos a una proyectada gira latinoamericana, decidí renunciar por tercera y definitiva vez y todos cuantos integraban los planteles del TUBA, que no eran “nadie” para la Universidad, se fueron conmigo.
Los diarios se hicieron eco, apoyando nuestra postura con notas a toda página. La Universidad, herida en su amor propio, aseguró que el teatro iba a continuar, pero “con otra gente”. La promesa nunca fue cumplida, por lo menos hasta el día de hoy (han transcurrido 28 años desde entonces).
Por eso este Blog se creó con la intención de que aquella historia del TUBA (casi una epopeya) no quede sumergida en el olvido.
Puede que alguien, algún joven con inquietudes teatrales, se dedique pacientemente a leer todos sus capítulos, que parten de febrero de 2010, en los que se narran con lujo de detalles las peripecias, los logros, los fracasos, las detracciones...todo cuanto sucedió en esos fabulosos nueve años de la vida del TUBA y se sienta con la energía, la febrilidad, la suficiente dosis de sana locura y la tosudez a prueba de bombas que yo necesité tener cuando tenía 34 años y funde (o mejor dicho REFUNDE) un nuevo y perenne TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO en la Universidad de Buenos Aires.
Que así sea, y que la rebeldía frente al oprobio no le permitan bajar los brazos jamás, ni a él ni a los demás jóvenes idealistas que decidan acompañarlo, como me acompañaron a mí aquellos fabulosos jóvenes del TUBA.
jueves, 1 de diciembre de 2011
EN EL DÍA DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA...ALGO RELACIONADO CON LA HISTORIA DEL TUBA
MI IMAGEN, MIRANDO HACIA LO ALTO, EN "LA VIDA ES SUEÑO", HECHA EN EL TUBA EN 1979.COMO SEGISMUNDO, MI IDENTIDAD TAMBIÉN SERÍA SUPRIMIDA SOCIALMENTE, POR PRESUNCIÓN DE CONTAGIO.
Hoy, 1º de diciembre de 2011, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, los avances de la medicina permiten una esperanza de vida a largo plazo para aquellos que reciban el tratamiento adecuado, lo cual no evita que su condición de infectados siga significando un estigma a la hora de acceder a los medios laborales u otros ámbitos de inserción social.
Lo escuchaba esta mañana en la radio, de boca de pacientes que trabajan en instituciones por la igualdad de posibilidades frente al resto de los ciudadanos, a la hora de llenar una solicitud de empleo o acceder a un cargo mediante presentación de currícula. La definición que dieron me puso la piel de gallina: “Hoy ya no se muere de SIDA, pero tener SIDA significa la MUERTE SOCIAL”.
Al TUBA como ente orgánico y a todos cuantos estuvimos en él, esa MUERTE SOCIAL nos alcanzó en el momento mismo en que pasamos a ser considerados “cómplices de la dictadura”, por la única pero determinante razón de haber existido entre mediados de 1974 y mediados de 1983. Nuestro contagio del virus “denigrante” fue el período de nuestra vida como Teatro Universitario de Repertorio.
Se nos consideró “infectados” y se nos DISCRIMINÓ simplemente por portación de época. La “complicidad” nunca pudo ser probada, porque no existió. Todo lo contrario. Nuestra actitud fue de RESISTENCIA, de REBELDÍA, de cauta pero decidida OPOSICIÓN.
Recuerdo las miradas recelosas, (el mismo “cuidado” que todavía tienen muchos en cercanía de un paciente de SIDA), cuando yo iba de un lugar a otro, después del cierre del TUBA, presentando proyectos de reabrir un Teatro Universitario donde continuar su historia.
Ya fuese en la aristocrática Universidad de Belgrano o en la sede del Club Deportivo “All Boys”, (cito sólo dos de los tantos sitios a los que acudí), siempre la respuesta, reticiente, nunca franca, nunca pronunciada mirándome a los ojos, era “Por hora no es posible...”.
Un buen día me tuve que convencer que haber creado y dirigido el Teatro de la Universidad de Buenos Aires entre los años 1974 y 1983, había significado mi MUERTE SOCIAL.
A veces, cuando me preguntan por qué no hago teatro, contesto: “Porque hace más de veinte años decidí abandonar la vida teatral”. En realidad estoy mintiendo, por la misma vergüenza con que muchos portadores del SIDA tratan aun hoy de ocultar que lo son. Yo no abandoné el teatro y este Blog con todo su descomunal contenido es una prueba.
Los que me cerraron las puertas a partir de fines de 1983 son los que me OBLIGARON a retirarme del teatro. Para ellos debo haber merecido el mismo infame concepto que esgrimen algunos siniestros personajes (como lo escuchaba hoy) frente a los que sobrellevan el virus en su cuerpo: “Sidoso de mierda”. A mí, si hubieran sido lo suficientemente francos, me hubieran espetado: “Procesista de mierda” (en alusión, para los que lean esto fuera de la Argentina, a la autodenominación de la dictadura militar, que fue la de “Proceso de Reorganización Nacional”).
Particularmente, he soportado con estoicismo la injuria encubierta. Aquí estoy, a mis casi 72 años, escribiendo con orgullo sobre aquella heroica epopeya del TUBA. Lo que sí me ha dolido fue comprobar, al encontrarme en internet con la trayectoria de algunos integrantes del TUBA que siguieron en la faena del teatro, que “omitieran” en sus curriculum haber estado allí, incluso en algunos casos por espacio de cuatro, cinco o siete años.
Probablemente también ellos se sintieron pasibles de ser discriminados, por portadores del VIRUS DE INMUNODEFICIENCIA CAUSADO POR EL “PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL”, contraído en un “vergonzante teatro de repertorio” durante los años 1974 a 1983.
Hoy, 1º de diciembre de 2011, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, los avances de la medicina permiten una esperanza de vida a largo plazo para aquellos que reciban el tratamiento adecuado, lo cual no evita que su condición de infectados siga significando un estigma a la hora de acceder a los medios laborales u otros ámbitos de inserción social.
Lo escuchaba esta mañana en la radio, de boca de pacientes que trabajan en instituciones por la igualdad de posibilidades frente al resto de los ciudadanos, a la hora de llenar una solicitud de empleo o acceder a un cargo mediante presentación de currícula. La definición que dieron me puso la piel de gallina: “Hoy ya no se muere de SIDA, pero tener SIDA significa la MUERTE SOCIAL”.
Al TUBA como ente orgánico y a todos cuantos estuvimos en él, esa MUERTE SOCIAL nos alcanzó en el momento mismo en que pasamos a ser considerados “cómplices de la dictadura”, por la única pero determinante razón de haber existido entre mediados de 1974 y mediados de 1983. Nuestro contagio del virus “denigrante” fue el período de nuestra vida como Teatro Universitario de Repertorio.
Se nos consideró “infectados” y se nos DISCRIMINÓ simplemente por portación de época. La “complicidad” nunca pudo ser probada, porque no existió. Todo lo contrario. Nuestra actitud fue de RESISTENCIA, de REBELDÍA, de cauta pero decidida OPOSICIÓN.
Recuerdo las miradas recelosas, (el mismo “cuidado” que todavía tienen muchos en cercanía de un paciente de SIDA), cuando yo iba de un lugar a otro, después del cierre del TUBA, presentando proyectos de reabrir un Teatro Universitario donde continuar su historia.
Ya fuese en la aristocrática Universidad de Belgrano o en la sede del Club Deportivo “All Boys”, (cito sólo dos de los tantos sitios a los que acudí), siempre la respuesta, reticiente, nunca franca, nunca pronunciada mirándome a los ojos, era “Por hora no es posible...”.
Un buen día me tuve que convencer que haber creado y dirigido el Teatro de la Universidad de Buenos Aires entre los años 1974 y 1983, había significado mi MUERTE SOCIAL.
A veces, cuando me preguntan por qué no hago teatro, contesto: “Porque hace más de veinte años decidí abandonar la vida teatral”. En realidad estoy mintiendo, por la misma vergüenza con que muchos portadores del SIDA tratan aun hoy de ocultar que lo son. Yo no abandoné el teatro y este Blog con todo su descomunal contenido es una prueba.
Los que me cerraron las puertas a partir de fines de 1983 son los que me OBLIGARON a retirarme del teatro. Para ellos debo haber merecido el mismo infame concepto que esgrimen algunos siniestros personajes (como lo escuchaba hoy) frente a los que sobrellevan el virus en su cuerpo: “Sidoso de mierda”. A mí, si hubieran sido lo suficientemente francos, me hubieran espetado: “Procesista de mierda” (en alusión, para los que lean esto fuera de la Argentina, a la autodenominación de la dictadura militar, que fue la de “Proceso de Reorganización Nacional”).
Particularmente, he soportado con estoicismo la injuria encubierta. Aquí estoy, a mis casi 72 años, escribiendo con orgullo sobre aquella heroica epopeya del TUBA. Lo que sí me ha dolido fue comprobar, al encontrarme en internet con la trayectoria de algunos integrantes del TUBA que siguieron en la faena del teatro, que “omitieran” en sus curriculum haber estado allí, incluso en algunos casos por espacio de cuatro, cinco o siete años.
Probablemente también ellos se sintieron pasibles de ser discriminados, por portadores del VIRUS DE INMUNODEFICIENCIA CAUSADO POR EL “PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL”, contraído en un “vergonzante teatro de repertorio” durante los años 1974 a 1983.
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