sábado, 26 de julio de 2014

LA HERMOSA TAREA DE CONSTRUIR TEATROS

La imagen superior corresponde a un alto en la construcción del Nuevo Teatro Apolo, que más de cien jóvenes "actores-obreros" llevamos a cabo, capitaneados por la indoblegable Alejandra Boero, el indoblegable Pedro Asquini, el indoblegable Héctor Alterio y el indoblegable Rubens W. Correa, allá por los años 1965, 1966 y 1967.
Una tarea titánica, porque erigimos un moderno teatro en plena calle Corrientes, dominio por décadas del rutinario teatro comercial, para enarbolar desde su escenario la bandera del teatro de compromiso social, el que no cede terreno a los intereses de boletería.
Algunos años más tarde, también en la calle Corrientes, pero "del otro lado de Callao", o sea: en Corrientes y Ayacucho, a una cuadra de donde Nuevo Teatro había hecho su historia, en el barracón del Nro. 2120, un grupo de más de 100 jóvenes universitarios, provenientes de todas las disciplinas científicas y humanísticas del ámbito curricular de la Universidad de Buenos Aires, en otro barracón: el viejo edificio de Corrientes 2038, se largaba a la quijotada de erigir un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, a cuyas representaciones el público que llegase de todos los sectores sociales de la comunidad, pudiese acceder GRATUITAMENTE.
De aquella quijotada, cuya propuesta llevé a cabo hace 40 años, en lo que era una supuesta "dirección de cultura" de la UBA, surgió un prepotente, heroico TEATRO DE REPERTORIO, que el público de Buenos Aires conoció como "el TUBA" y en el cual se dieron a conocer, -durante nueve fatigosos años-, textos ignorados de muchísimos autores clásicos, modernos y actuales.
Los lazos de parentesco del TUBA con aquel Nuevo Teatro de la Boero y Asquini que construyó el Apolo, fueron tejidos por la misma trama de desprecio por lo comercial y la búsqueda de una dramática que despertase las conciencias de los espectadores, en la misma línea de Antoine, Max Reinhardt, Jean Louis Barrault, Bertolt Brecht y Tadeusz Kantor.
Fueron, como dije, nueve fatigosos años, en los que se concretaron 1.163 representaciones, bajo amenazas y detracciones sólo entendibles en el marco de una tenebrosa dictadura como la que sojuzgaba a la Argentina en aquellos años.
Vale la pena recordar hoy que existió "el TUBA", porque la Universidad de Buenos Aires, a lo largo de los 31 años que llevamos en Democracia, no ha intentado darle continuidad a su heroica historia, vaya a saberse por qué motivos, que jamás aceptó revelar.
Dos fotografías de aquel TUBA de 1974 a 1983, que seguramente ya figuran en este Blog: una, con sus jóvenes integrantes llegando a una nueva jornada de trabajo, en la que no sólo se desentrañaba el mensaje de Moliere, de Esquilo o Discépolo, sino que también se cosían ropajes, se serruchaban maderas para decorados, se instalaban puentes de luces y se salía a repartir volantes por la calle, entre infinidad de tareas más y la otra, con una imagen parcial de la platea abarrotada, en alguna de esas 1.163 representaciones en el precario edificio de Corrientes 2038, que hoy y desde hace mucho es sede del Centro Cultural Rojas, pero en el que no hay más un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, como lo fue el TUBA.
 
 
 



 


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