sábado, 19 de julio de 2014

LA DESPEDIDA A ALGUIEN QUE ESTUVO EN EL COMIENZO DEL TUBA

                                       Eduardo en 1974, el año en que se creó el TUBA 
Hace dos días falleció un amigo mío, con quien compartí largos años de cine, teatro, música clásica, Joan Baez, los Beatles y Mercedes Sosa, viajes de mochileros por los lagos del sur argentino y muchas cosas más.
Eduardo fue quien tomó la enorme foto en gris que encabeza este Blog, que corresponde al primer saludo, en el Centro Cultural San Martín, de la troupe inicial del TUBA, que formaban más de 100 jóvenes estudiantes de las disciplinas más diversas que se cursan en el marco académico de la Universidad de Buenos Aires.
A estos primeros 100 se fueron sumando sucesivas camadas de “iniciados” en la vida de un TEATRO DE REPERTORIO que, en medio de una época de terror, masacradora de todo impulso creativo de la juventud, llegaron a ser alrededor de 1.600, que militaron en el fragor del hecho escénico desde múltiples escenarios, desde el Teatro Nacional Cervantes hasta tablados montados en pleno campo, en pueblos suburbanos y del interior.
Eduardo y aquellos 1.600 idealistas, que se fueron sumando en la quijotada de mantener activo un Centro de Drama que iluminase desde los claustros de la UBA, con la voz inacallable de un Esquilo, un Sófocles, un Valle Inclán, un Georg Buchner, un Armando Discépolo, un Anton Chéjov, un Juan Carlos Ghiano o un trágicamente irónico Moliere, las conciencias de un pueblo sometido al oprobio de la esclavitud, desde un terrorismo de Estado tan inhumano como exterminador.
Eduardo estaba a mi lado cuando emprendí, a lo loco y sin haber pasado antes por la Universidad, la desaforada tarea de erigir un TEATRO DE REPERTORIO en un desierto frío y sin alma, como lo era por entonces la oficina de “extensión cultural” de la Universidad de Buenos Aires.
En nuestro pequeño departamento del barrio de Congreso se pintaron enormes telones de fondo (como el que servía de decorado para “El farsante más grande del mundo”, de John Synge, que se estrenó en el Aula magna de la Facultad de Medicina en marzo de 1975), se llevaron a cabo ensayos clandestinos, cuando los autos de la represión nos esperaban a la salida del barracón que habíamos adoptado como sala, desde la cual proyectábamos nuestros espectáculos con entrada LIBRE y GRATUITA, en el viejo edificio de Corrientes 2038, que hoy ocupa (totalmente remodelado) el Centro Cultural Rojas.
Eduardo participó de toda la ardua etapa inicial, cuando lo que sería –recién algunos años después-, el elenco oficial de Teatro de la Universidad de Buenos Aires, era sólo un bosquejo y fue testigo, en soledad, de mis derrumbes anímicos, de mis “desinfles” y mis llantos de impotencia, cuando la encarnizada animosidad emergente del seno de la propia Universidad, amenazaba todos los días con destruir ese TEATRO DE REPERTORIO, que con su prepotencia de trabajo y su indoblegable espíritu de libertad les demostraba todos los días que no eran más que una manga de retrógrados facciosos.
Eduardo partió hace dos días a una tierra tal vez mejor.
Descansa en paz Eduardo, luego de tantas batallas, de tantos viajes mochila al hombro y de tantas ilusiones como las que nos llevó a imaginar que un TEATRO DE REPERTORIO podía ser posible dentro de una Universidad.
Durante nueve gloriosos años, el TUBA fue posible y como tantos otros que pusieron su granito de arena, su pasión y su feroz idealismo, vos también, Eduardo, podés estar orgulloso de haber sido partícipe.

1 comentario:

  1. Fue una gran persona y siempre se preocupaba por el bienestar de sus alumnos, marco una diferencia entre profesor y amigo ya q siempre estaba ayudando y aconsejando a los q más lo necesitaban, siempre lo vamos a recordar con cariño.

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