Lo abordamos por primera
vez en nuestra sexta temporada, o sea: la de 1980.
Quisimos acercarnos a él
de un modo amable, sencillo, sin ningún dejo de esa especie de
“solemnidad” que él mismo le criticaba a Konstantin
Stanislavski, el hombre de teatro que lo dió a conocer y que tanto
contribuyó a cimentar su fama.
Desde el escenario del
Teatro de Arte de Moscú, creado pensando en el pueblo más que en el
público aristocrático, un médico rural llamado Anton Pavlovich
Chéjov mostró al mundo un nuevo lenguaje dramático basado en la
naturalidad del actor para expresar de manera adecuada las
tribulaciones y los sentimientos más recónditos del alma humana,
esos que guardan estrecha relación con la atmósfera de los
atardeceres y el sonido del viento entre las ramas del cerezal.
Seguramente he hablado
mucho a lo largo de este Blog de lo que fueron nuestras experiencias
con el lenguaje lúcidamente irónico y cautelosamente sentimental
del desconcertante Chéjov, porque en nuestras “Chejovianas I y II”
(de 1980 la primera y de 1982 la segunda), conseguimos que el público
(no sólo de la ciudad de Buenos Aires sino de muchos lugares del
interior), lo asimilase como a alguien de su propia idiosincracia y
depusiese ese absurdo distanciamiento de los que consideran que
tratar de “usted” (por ejemplo), es sinónimo de respeto.
En alguna entrada o
capítulo de este Blog está la foto de la carta de una espectadora,
que respecto de nuestra “Chejoviana II” escribió: “CHÉJOV
ESTARÍA MUY FELIZ DE HABERLA VISTO”.
“Nuestro Chéjov”, el
que hicimos en el Teatro de la Universidad de Buenos Aires en 1980,
1981, 1982 y 1983 fue tan paradojalmente tragicómico, como el hecho
de que su ataud, llevado a Moscú en un tren de carga que
transportaba ostras frescas, fuese recibido por equivocación por una
banda militar que esperaba el arribo de otro ataud, el de un general
caído en la guerra contra el Japón.
Por estos días encontré
un video de un homenaje que se le realizara a la actriz Olga Knipper
(que tardíamente fue su esposa), en el escenario del Teatro de Arte
de Moscú. Si me permiten, lo voy a insertar aquí. Tiene un clima
particularmente festivo y nostálgico a la vez, como eran por lo
general nuestras fiestas de fin de temporada en el escenario del
TUBA.
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