domingo, 30 de diciembre de 2012

EL MISTERIO, HASTA HOY NO DEVELADO, DE LA DEFINITIVA DESAPARICIÓN DEL TUBA



El Teatro de la Universidad de Buenos Aires (conocido como “el TUBA”) cerró sus puertas en junio de 1983, al negársenos la posibilidad de concretar una gira al Teatro Auditorium de Mar del Plata, invitados por la Universidad de esa ciudad, en la que íbamos a estrenar “El gajo de enebro”, de Eduardo Mallea y “Fantasio”, de Alfred de Musset (dos relevantes títulos que todavía, en el anteúltimo día de 2012, esperan ser dados a conocer al público argentino).
Cuando la noticia llegó a los diarios, dando cuenta de mi renuncia como director-fundador del TUBA, seguida de la de todos los que lo integraban en ese momento, los titulares anticiparon lo que en realidad sucedería después: “DESAPARECE EL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD”, fue el titular de Clarín en una nota a toda página y “SE DISOLVIÓ EL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD”, el del diario La Nación, en una nota que tardó varios días en salir porque Osvaldo Quiroga, por entonces a cargo de la crítica teatral del diario, se negó a escribirla, cosa que sí hizo el propio jefe de la página de Espectáculos, el recordado Bartolomé de Vedia.
Yo sabía que debajo de la nota de La Nación (que con el tiempo perdí) estaba el comunicado del Rectorado de la UBA, desmintiendo que el Teatro de la Universidad fuese a desaparecer tras mi renuncia. En efecto, se nombraron dos directores en mi lugar: Enrique Escope primero y luego, tras su fallecimiento, Román Caracciolo, a propuesta de Francisco Javier.
Román Caracciolo alcanzó a montar un espectáculo, que si mal no recuerdo se llamó “Q'ensalada”, ignoro con qué elenco pero bajo el rubro “Teatro de la Universidad” y a partir de allí (alrededor de mediados de 1984)... nunca más nada.
La historia del TUBA entró en un premeditado cono de sombra y en el mismo edificio de la calle Corrientes 2038 donde había realizado 1.163 representaciones con entrada libre y gratuita, se creó el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas, que pasó a ser un epicentro de actividades multidisciplinarias, pero en el que no se intentó (al menos hasta hoy) recrear algo parecido a un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, como lo había sido durante nueve años seguidos el TUBA.
A mediados de 2008 abandoné Buenos Aires para siempre, y logré cumplir mi sueño de terminar mis días en la añorada, bellísima ciudad de Mar del Plata. A pocas cuadras de mi departamento en la calle Lamadrid está el Museo Barili, en una señorial finca estilo colonial que fue de la familia Mitre.
En sus fondos, en unos galpones húmedos y polvorientos, está la colección completa del diario La Nación, en pésimo estado de conservación. Allí me fui un día con mi cámara filmadora y tras larga búsqueda (porque el material está mal encuadernado y bastante deteriorado por los roedores), tomé imágenes de la nota titulada “SE DISOLVIÓ EL TEATRO DE LA UNIVERSIDAD” y del comunicado de prensa del Rectorado de la UBA, negando que tal disolución fuese a tener lugar.
Lo cierto es que el TUBA no sólo se disolvió, sino que además DESAPARECIÓ, como afirmó el titular de la nota de Clarín.
Si la Universidad estaba dispuesta a que continuase existiendo... quién decidió lo contrario...?
El interrogante sigue en pie, a casi TREINTA AÑOS de distancia.
El diminuto video que podrán ver a continuación es la entrada patriarcal del Museo Barili y la toma a mano alzada de la nota de junio de 1983 en La Nación, seguida del comunicado del Rector de la Universidad, negando que el Teatro fuese a desaparecer tras mi renuncia. (…?).



No hay comentarios:

Publicar un comentario