jueves, 15 de agosto de 2019

LA CÁTEDRA DE DRAMA QUE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES NO QUISO INCORPORAR A SU PRESTIGIOSA CURRÍCULA



En 1982, cuando el Teatro de la Universidad de Buenos Aires (el TUBA) atravesaba su octava temporada consecutiva de vida pública, el diario Clarín se interesó por mostrar -desde adentro-, cómo funcionaba este Centro de Drama que estaba convocando a tan enorme caudal de público a sus funciones de fin de semana en el edificio de la avenida Corrientes 2038, en pleno centro de Buenos Aires.

La nota, hecha en forma sorpresiva un día de poca actividad en el teatro, con sólo unos veinte de sus casi sesenta integrantes, apareció publicada en la primera página de la revista dominical del diario Clarín, "consagrando" al TUBA como una suerte de "cátedra de teatro", nunca incorporada a la currícula de la UBA, con un subtítulo en medio del texto que rezaba: "CRÓNICA DEL ENTUSIASMO".

¡Y esa sí que fue una hermosa parábola, rotundamente definitoria, de lo que fueron los nueve años de vida de aquel teatro universitario de repertorio, tan castigado por el olvido: EL ENTUSIASMO, lo que Ortega definía como "la cualidad ontológica por antonomasia"; el ENTUSIASMO que hizo que aquellos cientos de jóvenes que habitaron el TUBA a lo largo de sus nueve años de vida, pudiesen hacer tantas cosas en pro de la divulgación del hecho escénico, sacando a relucir desde un abismo de siglos a autores como Menandro, Terencio, Esopa de Samos o Alonso de la Vega o poniendo al alcance del público en forma gratuita, obras clásicas y contemporáneas, nunca antes descubiertas por elencos oficiales o privados de la República Argentina.

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