domingo, 11 de agosto de 2019

SIEMPRE VALE LA PENA ANIMARSE A EMPEZAR, AUNQUE SEA DESDE LA NADA


Acabo de cumplir 79 años y sin tener que ver con eso, mi amigo cinéfilo Samuel Wolpin me ha regalado un libro: las memorias de Lee Strasberg, cuyo título: "Un sueño de Pasión", me lleva una vez más a la necesidad de contar más cosas (como si no fueran suficientes los cientos de capítulos de este Blog), sobre aquel lejano TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, que -también por estos días-, está cumpliendo 45 años de haber empezado a existir.

Yo no tenía la menor idea, cuando le propuse una mañana de agosto de 1974 a un improvisado "director de cultura", en el viejo edificio de la UBA de Corrientes 2038 (hoy sede del Rojas), cómo se podía concretar la edificación de un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO.

Menos idea todavía debió tener aquel milico, improvisado "director de cultura", cuando me aprobó el proyecto de palabra.Como había sido puesto a dedo a "dirigir" la cultura en la Universidad de Buenos Aires, le debe haber parecido una forma de apoyo el contar con un individuo como yo, que ya tenía prestigio como director teatral de obras importantes del teatro contemporáneo y que no provenía de ninguna de las facciones de izquierda, que acababan de ser desplazadas de los centros estudiantiles, a comienzos de 1974.

Propuse hacer un llamado, mediante afiches en todas las facultades y colegios dependientes del Rectorado de la UBA y lentamente empezaron a inscribirse postulantes a formar parte del futuro "Centro de Drama" universitario. Digo "lentamente" porque el llamado no era para anotarse en un "curso de actuación" ni nada por el estilo. Era -tal el texto de la convocatoria-, "ingresar a un Teatro de Repertorio". ¡Vaya propuesta para aquel tiempo de clausura de toda participación activa del estudiantado, dentro de los claustros universitarios...!!!

Pasaron les meses. Yo iba todas las tardes a la Dirección de Cultura, sin estar nombrado ni percibir sueldo alguno y cuando por fin, hacia fines de octubre decidí empezar a hacer algo -porque en aquella "dirección de cultura" nadie hacía nada-, convoqué a un grupo de actores profesionales amigos y monté una adaptación escénica del diálogo de Platón llamado "Fedón, o Del alma", que habían realizado más de treinta años antes los profesores Carlos Biedma y Manuel Somoza y que un gran Maestro de Teatro: Antonio Cunil Cabanellas, había montado en las escalinatas de la facultad de Derecho.

Tras el éxito de aquella primera representación de un Teatro Universitario que todavía no existía (fue en Corrientes 2038, el 30 de noviembre de 1974), mis acciones subieron repentinamente. El improvisado "director de cultura" (tragos de wisky mediante) me alentó a avanzar con la idea de concretar el Centro de Drama, el Teatro Universitario de Repertorio, y fue así como se llamó a los únicos 230 inscriptos que había hasta ese momento, a una reunión que se llevó a cabo en los primeros días de diciembre de 1974, en el polvoriento gimnasio abandonado del último piso de Corrientes 2038.

Sólo recuerdo de aquella primera reunión, mis primeras palabras: "Estamos aquí para erigir un teatro". ¿Y eso...? Aquellos 230 o más jóvenes se abalanzaron sobre la precaria mesita desde la que yo les hablé durante más de una hora, pidiéndome precisiones que yo no estaba en condiciones de darles. La pregunta que sobresalía entre todas era: "¿En qué consiste erigir un teatro...?".

Llegó el receso de fin de año; la época de los exámenes y las vacaciones. Se citó a todos aquellos jóvenes para la primera quincena de marzo de 1975. "Pasen y pregunten" fue la única respuesta que salió de la boca de las empleadas de la "dirección de cultura", unas buenas señoras muy mayores todas que de lo único que hablaban era del alivio que les había significado que "limpiasen" a los zurdos que, según ellas, las tenían amenazadas.

Borrosa fotografìa de una funciòn de "El sainete rioplatense", primer espectáculo del incipiente Teatro Universitario, en el Centro Cultural San Martín (mayo de 1975)

Llegó marzo de 1975. La primer quincena. De todos aquellos jóvenes del gimnasio, apareció solamente la mitad: unos cien o poco más.El resto se debe haber olvidado que se había inscripto en una convocatoria "para erigir un teatro".

Mientras en la Dirección de Cultura estudiaban el proyecto de repertorio inicial que yo había presentado (para un teatro que ni siquiera había empezado a existir), todas las noches, en la sala del fondo de Corrientes 2038 yo les hablaba a los que asistían, que siempre fluctuaban entre noventa y cien, sobre la vida interna de un teatro. Un joven, que trabajaba de operador del cine Cosmos, que estaba al lado y que dejaba la película andando, confiando en que no se terminase el rollo, para asistir a esas charlas, me reclamaba todos los días que quería empezar "el curso de actuación", pero yo seguía hablando de cómo era un teatro por dentro: clasificar maderas para los futuros decorados; limpiar los baños de los camarines; estudiar textos de futuras obras del repertorio... todo lo que había vivido, años atrás, junto a Alejandra Boero, Pedro Asquini, Héctor Aterio, Enrique Pinti y tantos y tantos "laburantes" más, en el glorioso Nuevo Teatro.

Hasta que un día dije lo que no debí decir, a los que mandaban dentro de esa "dirección de cultura": "Voy a comenzar los ensayos".

¡Pusieron el grito en el cielo...!!! "¿Ensayos...? ¡No, Quiroga, ensayos no...! ¡Bajo ningún punto de vista...! ¡Siga dándoles charlas hasta que se aburran y se vayan...! ¡Nada de ensayos, por el amor de Dios!" (Y tuvieron el coraje de ponerlo a Dios de por medio).

¿Qué había en el hecho de empezar a ensayar una primer obra de un futuro repertorio, que los alarmaba tanto...? Imposible saberlo. Es como querer saber qué hay dentro de la mente de un represor, en el momento que ejecuta la tortura de un prisionero. Lo cierto es que no tuve más remedio que seguir dando charlas, todas las noches, hasta que un buen día me convocaron del Centro Cultural San Martín para dar una conferencia en la Sala Enrique Muiño, sobre los orígenes del sainete rioplatense.

Se me ocurrió ilustrar la conferencia con algunas escenas de los sainetes más famosos, como "Tu cuna fue un conventillo", "Los disfrazados" o "El debut de la piba", en las que interviniesen varios jóvenes de los asistentes a mis charlas diarias sobre "el futuro Centro de Drama".

Sin darnos cuenta (Mentira: ¡DÁNDOME CUENTA!) se empezaron a agregar escenas; más y más escenas de muchos más históricos sainetes. Hasta que terminaron interviniendo prácticamente todos de aquellos más de cien asistentes a las charlas diarias en la sala de Corrientes 2038.

Y así fue como se hizo, una noche de mayo de 1975, en la sala Enrique Muiño del Centro Cultural San Martín, EL PRIMER ESPECTÁCULO DE UN TEATRO UNIVERSITARIO QUE TODAVÍA NO EXISTÍA...!!! ¡Y estuvieron todos juntos, ACTUANDO, en un mismo escenario, sin haber hecho nunca el tan reclamado "curso de actuación"...!!!

A partir de esa noche de mayo de 1975, no nos pudieron parar más. El teatro que prometí ERIGIR, en diciembre de 1974, se ERIGIÓ SOLO, por generación espontánea y por decisión furiosa, indoblegable, apasionada y febril, de un Hombre de Teatro de 34 años y de cientos y cientos de jóvenes universitarios, que fueron llegando un año tras otro, hasta completar NUEVE AÑOS ininterrumpidos de hacer TEATRO DE REPERTORIO, hasta la derrota final, la que nos obligó a cerrar las puertas, en mayo de 1983, cuando se nos negó la posibilidad de hacer una gira de 15 días al Teatro Auditorium de Mar del Plata.

Por eso no entiendo a la Universidad de Buenos Aires, a partir de la creación del Centro Cultural Rojas, en el mismo edificio donde existió nueve años el TUBA, al no querer formar un nuevo TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, cuando sería tan fácil haberlo hecho, en plena Democracia y sin las turbias, necias y "bien razonadas barbaries" que asolaron al TUBA y a sus hacedores, durante su fértil trayectoria de nueve años.

Una escena de "El gorro de cascabeles", de Luiggi Pirandello, en la sala de Corrientes 2038, cuando el TUBA ya era UN TEATRO DE VERDAD, con decorados y puestas como las de los teatros profesionales (Año 1982)


Otra foto, de cuando el TUBA ya era UN TEATRO DE VERDAD: "La noche de San Juan", de Henrik Ibsen. Temporada 1982.

Lamentable pero cierto: A la Universidad de Buenos Aires nunca le interesó contar con un Centro de Drama, de labor permanente durante todo el año, como lo fue el TUBA entre 1974 y 1983. Erigió "el Rojas" en el mismo vetusto edificio de Corrientes 2038, donde había funcionado el TUBA, remodelándolo y dotándolo de todos los adelantos técnicos habidos y por haber.Lleva más de 30 años convocando a una gran diversidad de cursos cada año y cuenta con un Departamento de Teatro que hace espectáculos pagos (los del TUBA eran GRATUITOS), elaborados por grupos extra universitarios. ¿Por qué, teniendo el potente pasado de todo lo realizado por el TUBA a lo largo de nueve temporadas consecutivas, no buscó la UBA formar un nuevo Teatro Universitario de Repertorio, como los que existen desde hace siglos en todas las Casas de Altos Estudios del resto del mundo...? Un misterio que yo, Ariel Quiroga, no puedo ni quiero descifrar.

Seguiré leyendo, a mis 79 años recién cumplidos, el libro de memorias de Lee Strasberg que me regaló mi amigo cinéfilo Samuel Wolpin: "Un sueño de Pasión", evocando de paso aquel hermoso y furibundo "sueño de pasión" que fue el Teatro de la Universidad de Buenos Aires (el TUBA).

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