miércoles, 28 de septiembre de 2011

EN POS DE ESCUCHAR LA VOZ DEL MUNDO SOBRE EL TUBA

En unos cuarenta países, la historia del Teatro de la Universidad de Buenos Aires (el TUBA) es revisada y consultada casi a diario, a partir de sus primeros capítulos, allá por febrero de 2010.
Quiero creer que esa historia tiene valor de testimonio, a tres décadas de distancia, para los teatristas jóvenes de hoy y para todos cuantos en los claustros académicos de todo el orbe estén llevando a cabo su pasión por el teatro universitario, ese estilo de teatro contestarario, desafiante, renovador, desinteresadamente febril y enemigo acérrimo de las peores rutinas del pasado.
Me gustaría saber de sus opiniones, sus coincidencias o discrepancias con la metódica de trabajo que signó los nueve años del TUBA y de su aciaga existencia en medio de un territorio devastado por las clausuras, las persecuciones y la muerte.
Que el TUBA haya sobrevivido en medio de tanta carroña como la que asoló a la Argentina de aquellos años no fue perdonado por quienes se arrogaron el derecho a tildarlo de “cómplice de la dictadura”. Sus jóvenes idealistas, cuyo entusiasmo por las lides escénicas contagió a miles de espectadores de todos los sectores sociales de la ciudad de Buenos Aires, sus alrededores y muchos conglomerados del interior de la República, no pudieron imaginar, ni en la peor de sus pesadillas, que algún día su legado de utopía iba a ser suprimido de la Memoria por un intencionado “olvido”, a raiz de atribuírsele connivencias con los mismos que a diario los habían perseguido, amenazado y finalmente destruído.
Apelo a la opinión universal, para entender de una vez por todas si en aquel TUBA hicimos lo que la tradición secular en materia de centros de drama universitarios aconsejaba hacer...o si en realidad fuimos una manga de necios colaboracionistas con el terror.
Mi dirección personal de Correo Electrónico es arielpiltry@hotmail.com y en cuanto a intentar preguntarle a la Universidad de Buenos Aires por qué ha optado por la abolición de todo rastro de la existencia de nueve años del TUBA y por qué se niega a ponerse a la par del resto de las universidades del mundo que cuentan con pujantes TEATROS UNIVERSITARIOS DE REPERTORIO, algunos con tradición secular, me permito sugerir que se dirijan a las áreas de extensión cultural de la UBA, que seguramente deben figurar en internet.
En mi caso, los años (71) y el alejamiento voluntario de toda actividad vinculada con el quehacer teatral a partir del cierre del TUBA en 1983, me colocan fuera de todo foco de especulación personal. Me preocupa, sí, que en pleno goce de la vida democrática, afianzada para siempre en mi querida Argentina, un TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO como lo fue el TUBA no pueda -al parecer- volver a existir, libre ahora de las acechanzas que debió padecer aquel en plena dictadura.
Sera, acaso, que las flores silvestres, de colores simples y con tallos más enérgicos, crecen mejor en los estercoleros...?

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