viernes, 21 de abril de 2017

AQUELLOS AÑOS DIFÍCILES, PERO DESAFIANTES

No era fácil ser un integrante del TUBA. Por el contrario: era agotador y hasta peligroso. El TUBA realizaba actividades en ese derruido e infecto edificio de Corrientes 2038 todos los días de la semana, durante los doce meses de cada año. En verano estaban los cursos introductorios y los preparativos de las obras de la siguiente temporada. Se leían internamente decenas de obras y la mayoría de ellas debían ser descartadas, por temor a que cayesen en las garras de los censores de la propia Universidad. En el edificio de Corrientes 2038 se cursaba la carrera de Psicología y pululaban por sus pasillos los espías a sueldo, que no veían con buenos ojos las tareas de armado de decorados, los ejercicios de expresión corporal y el bullicio que imperaba durante las horas nocturnas, en las que la muchachada del TUBA llevaba a cabo sus ensayos y sus tareas artesanales y hasta de limpieza, no sólo de la sala sino también de los baños, que usaba la gran cantidad de público que asistía a las funciones con entrada LIBRE y GRATUITA para ver obras de Moliere, de Discépolo o de Terencio. Mientras que cada noche veinte o treinta integrantes del TUBA ensayaban nuevas obras o repasaban las que estaban en la cartelera, dispersándose por los pocos rincones del edificio que no le estaban clausurados, otros tantos salían por las calles del centro a repartir volantes e invariablemente eran demorados por los autitos de la policía, logrando zafar sólo porque en esos volantes estaba impreso el membrete de la UBA. Cuando el TUBA debió cerrar sus puertas, en junio de 1983, agobiado por tantas detracciones emergentes del seno de la propia Universidad, con nueve años de labor ininterrumpida a cuestas, hubo muchos que pensaron (y llegaron a publicar) que lo hacíamos para “desprendernos” de la dictadura, ante el advenimiento de la tan ansiada Democracia. ¡Nada que ver…! Nosotros no queríamos “desprendernos” de la dictadura del llamado “Proceso”. Habíamos tenido que convivir con esa dictadura. Habíamos sufrido amenazas y vejaciones de todo tipo. ¿Nos habrá faltado tener algún o varios desaparecidos…?. Las nuevas autoridades culturales de la Universidad, a partir de diciembre de 1983, no quisieron saber de nada con que la historia del TUBA continuase. En lugar de reconocérsenos el mérito de haber permanecido firmes, defendiendo nuestro puesto de combate, desde esa trinchera de la calle Corrientes al 2038 y habiendo llevado la voz de los clásicos y los modernos por distintos ámbitos de la República, se nos condenó al destierro y al olvido y para sepultar todo vestigio de la existencia del TUBA, se demolió prácticamente el edificio de Corrientes 2038, erigiendo en su lugar el llamado “Centro Cultural Rojas”, donde no quedó el menor rastro de que allí hubiese existido un prepotente y laborioso TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, en cuyos talleres internos y en cuyos múltiples escenarios abiertos al público de todos los sectores sociales de la ciudad de Buenos Aires, del conurbano y del interior, cientos de jóvenes habían levantado en alto la bandera del ENTUSIASMO, para proclamar el lema de Romain Rolland: “El teatro será Pueblo, o no será nada”. Los jóvenes que en años posteriores hasta llegar a hoy, toman sus clases de teatro, casi siempre pagas a alto precio, a salvo de amenazas y hasta pérdida de sus vidas, no sabrán nunca cuán difícil, aunque fascinantemente inspirador, era ser un integrante del TUBA, el ejemplar CENTRO DE DRAMA DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, entre los años 1974 y 1983. Si se adentran en las páginas de este cuantioso Blog, tal vez lleguen a comprenderlo.

1 comentario:

  1. Encontrar tu blog y rememorar mi paso por el TUBA me llenó de emoción y nostalgia.Tal como lo expresás fueron años muy difíciles, imposibles de olvidar.Llenos de pasión y euforia, dando lo mejor de cada uno de nosotros y vibrando en cada función.Sintiendo la tarea de compartir creando codo a codo en nuestro lugar de Corrientes 2038, lleno de magia, compromiso y entrega.Aunque sólo estuve allí entre los años 81 y 83 jamás pude olvidar esas noches trabajando , volanteando, actuando y participando,aprendiendo cada una de las tareas del Teatro, vivenciándolas con el cuerpo y el alma.Gracias por este maravilloso recuerdo porque los años que compartí en el TUBA me enriquecieron y aún hoy lo siguen haciendo.

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