viernes, 27 de enero de 2017

EL TIEMPO PERDIDO DE LOS JÓVENES EN ARGENTINA

Los nacidos en Argentina a partir de 1983 son jóvenes todavía. Tienen 33 años, o 25 o apenas 16, si nacieron en el 2000. Ninguno de ellos conoció la dictadura, la horrenda dictadura que empezó a gestarse antes del 24 de marzo de 1976 y que permaneció hasta casi fines de 1983. No haber vivido en dictadura los salvó de morir, de sufrir torturas y vejaciones, de haber sufrido la desaparición de sus padres, o de sus hermanos o de sus amigos, o de sus profesores o de los hombres y mujeres de pensamiento esclarecido, que intentaron luchar contra esa dictadura. Pero también los privó de algo importante: EL TENER IDEALES POR LOS CUALES VIVIR PELIGROSAMENTE. Los jóvenes que hoy van a las fiestas electrónicas para jugar a la ruleta rusa con las drogas sintéticas o con el alcohol; los que se anotan en cuanto reality en el que puedan dar rienda suelta a sus represiones sexuales o su afán de exhibicionismo… no saben lo que es verdaderamente el miedo, la sensación constante de sentir que se está siendo espiado, seguido, amenazado. Los cientos de jóvenes que durante casi una década compartieron los talleres de fabricación de espectáculos del TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES y que cada noche salían por las calles del centro de Buenos Aires a repartir sus volantes impresos clandestinamente, sabían que esos autitos de la policía que los seguían a marcha lenta, podían ser los que los transportasen a “eso” de lo que se hablaba en voz baja y que no se sabía del todo bien si realmente existía o eran producto de la imaginación: los centros clandestinos de detención, que recién después de asumir el primer gobierno democrático, el del Dr. Raul Alfonsín, se supo que eran, que habían sido, una tenebrosa realidad. De ese TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, surgido prácticamente de la nada a mediados de 1974, en un edificio en ruinas de la Universidad de Buenos Aires sito en la Avenida Corrientes al 2038, surgieron obras de Terencio, Moliere, Ibsen, Roberto Cossa, Florencio Sánchez, Shakespeare, Esquilo, Lope de Rueda, Armando Discépolo, Pedro Calderón de la Barca y decenas de autores más, clásicos y modernos… se concretaron en nueve temporadas consecutivas 1.163 representaciones con acceso libre y gratuito… giras a universidades y centros culturales del conurbano y el interior… y todo ello llevado a cabo bajo un clima de severa vigilancia, de aberrantes censuras (como la “Woyzeck” de Georg Büchner en 1978, por adjudicársele la intención de “propender a la infiltración marxista”), de agobiantes detracciones, como el incendio de todo el material literario, de vestuarios y elementos de utilería, en 1979… Los jóvenes de hoy en Argentina tienen la posibilidad de volcar su pasión por hacer y su entusiasmo por realizarse, en algo más altruista pero también más significante, que anotarse en realitys para intentar ser “famoso” y ganar alguna plata por un ratito… tienen la posibilidad de edificar TEATROS UNIVERSITARIOS DE REPERTORIO, como lo fue el TUBA, pero sin la aplastante sombra de una dictadura sobre sus cabezas. ¿Qué están esperando para largarse a hacerlo…? Háganlo de una vez por todas y no esperen que nadie les regale nada. El TUBA se hizo sin nada y llegó a ser un Teatro con mayúsculas. No lo olviden: EL FUTURO ES DE USTEDES, PERO POR PREPOTENCIA DE TRABAJO.

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