El director teatral Ariel Quiroga,
quien fundara en 1974 el Teatro
Universitario de Buenos Aires y
lograra mantenerlo activo como
Teatro de Repertorio hasta mediados
de 1983, se propone compartir en
este blog, -a través de un derrotero
no cronológico-, los triunfos y
también las peripecias, impedimentos
y fracasos que debió afrontar ese
centro de drama hecho con
estudiantes universitarios, en una
época muy difícil de la historia
argentina.
lunes, 12 de abril de 2010
QUE PASO DESPUES QUE SE CERRO EL TUBA EN JUNIO DE 1983...?
Mi renuncia como Jefe del Departamento de Teatro de la UBA, en junio de 1983, no debía significar que el TUBA fuese necesariamente a DESAPARECER (como vaticinaron La Nación y Clarín en sus respectivas notas). Si bien yo había sido el originador del TUBA en 1974 y su único Director titular durante los nueve años de su existencia, a partir de 1979 y por imposición del Rectorado de la UBA había pasado a ser (al menos en teoría) “el TEATRO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES”. Tenía (sin tenerlo, en realidad) el rango de una dependencia integrada a la orgánica de la UBA, como lo tienen las facultades, las carreras, los institutos y demás reparticiones internas o externas vinculadas al Rectorado. Es natural y hasta habitual que el Decano de una facultad renuncie por desinteligencias con el señor Rector, pero eso no significa que la facultad desaparezca y que los alumnos que en ella estudiaban medicina o derecho o ciencias veterinarias se tengan que ir a una universidad privada. Supongo que este fue el criterio del Rector de la UBA cuando se produjo mi renuncia y los diarios aludieron a la “desaparición” del TUBA, toda vez que se apresuró a remitir escuetos comunicados de prensa que aclaraban que “la renuncia del señor Ariel Quiroga no significaba que el Teatro de la Universidad fuera a disolverse o adesaparecer”. (Aclaro que en el comunicado se me achacaba a mí haber informado al periodismo que mi renuncia significaba "la disolución" del Teatro, cuando en realidad esta había sido una conclusión sacada por su cuenta por los propios diarios). Al poco tiempo nos enteramos de que habían llamado a un viejo actor profesional, Enrique Escope, para dirigir el Teatro. Escope hizo un montón de anuncios de todo lo que pensaba hacer (cuestionando solapadamente lo que yo había hecho), pero en definitiva no hizo nada y al poco tiempo falleció. Después llamaron a Román Caracciolo, que era del grupo Los Volatineros y lo único que logró hacer (espero no estar mintiendo por carecer de la información precisa) fue un espectáculo que se llamó “Q’ensalada”, hasta que al poco tiempo no se supo más nada de él como director del teatro universitario, ni del Teatro de la Universidad en sí mismo. Aquí es donde se produce un vacío de datos, que probablemente algún investigador pudiera llegar a completar. En qué momento, durante el año 1984, se decide “suprimir” al Teatro de la Universidad de Buenos Aires, clausurando definitivamente esa anunciada e intentada continuidad con el TUBA… y se decide abrir en su lugar, (esto es: en el mismo edificio de Corrientes 2038), un centro cultural, que termina siendo el Rojas, que paulatinamente adopta la fisonomía de una academia, donde se dictan cursos extracurriculares, pero llamativamente donde el área dedicada al teatro no es cubierta por un “Teatro DE LA Universidad” o algo parecido a lo que se hace en los Centros de Drama de las universidades de casi todo el mundo…? Vaya que hay implícita en este interrogante una interesante “propuesta de trabajo” para los investigadores que se dediquen a la historia del arte escénico en la República Argentina…!
A partir de 1956 Ariel Quiroga formó parte activa del movimiento teatral de Buenos Aires. Muchas de sus puestas en escena, según autorizados tratadistas, "marcaron rumbos en las formas de concreción del hecho escénico". A partir de 1974 su dedicación fue total al sostenimiento del Teatro de la Universidad de Buenos Aires, creado a su propuesta. Tras nueve años de labor en continuidad, este Centro de Drama debió cerrar sus puertas y la imposibilidad de su continuidad determinó que Quiroga abandonase el teatro para siempre. Hoy, con más de 70 años, retirado de toda actividad en Mar del Plata, procura volcar su legado de experiencias al conocimiento de los jóvenes de todo el mundo que busquen en el teatro una razón de vida, de "compromiso con la vida".
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