domingo, 7 de agosto de 2016

UNA VIDA COLMADA DE IDEALISTAS REALIZACIONES ASEGURA UNA VEJEZ LLENA DE HERMOSOS RECUERDOS

Hoy cumplo 76 años. Cada año, cuando llega el 7 de agosto, me pregunto: “¿Hasta cuándo…?”. Mi vida está cumplida; harto cumplida. Camino mucho todas las tardes, con mi perrita IFI, por esas calles silenciosas de Mar del Plata, la ciudad de mi destino final y también disfruto de la cercanía del mar, sobre todo en invierno, cuando no hay turistas. Pienso y escribo… escucho mis discos de María Callas, de Bruno Walter, de Giuseppe Di Stefano, de Claudio Abbado… Vuelvo a ver mis cientos de películas preferidas, ahora en BLU-RAY, como “Senso”, de Visconti; “Adiós a las armas”, de Charles Vidor o “Al este del paraíso”, de Elia Kazan, sin olvidarme de “Los primos”, de Chabrol o “Una noche en la Opera”, de los Hermanos Marx. Si algo tiene de muy disfrutable esta edad de los 76, es la posibilidad de seguir recordando. Giordano Bruno, el mártir de la Inquisición, escribió sobre El Arte de la Memoria y yo, insignificante anciano lleno de recuerdos, celebro haber tenido una vida colmada de acontecimientos recordables, cosechados en una intensa y apasionada VIDA DE TEATRO. A los dieciséis años ya militaba en los grupos de teatro independiente y mientras trataba de terminar la escuela secundaria, actuaba a las órdenes de un genio como Francisco Silva en aquellas legendarias carpas municipales, instaladas precariamente en plazas y paseos, sin baños y con hasta cuatro obras en cartel simultáneamente. Después, ya hacia los 24, vinieron las obras montadas en calidad de “director de escena”, una faena en la que busqué obstinadamente seguir las enseñanzas de Jean Louis Barrault y plasmar en mis puestas mi admiración absoluta por Luchino Visconti. Cercano a los 30, se dieron tres años seguidos (1967, 68, 69) en los que pude montar obras que desafiaron a los críticos más urticantes, a tener que emplear epítetos laudatorios nunca imaginados por sus acendradas mezquindades. “EL VIAJE”, de Georges Schehadè; “HISTORIA DE PABLO”, de Cesare Pavese; “EURIDICE”, de Jean Anouilh; “LA ARIALDA”, de Giovanni Testori; “MAGIA ROJA”, de Michel de Ghelderode; “LUCRECIA BORGIA”, de Victor Hugo; “EL PROFANADOR”, de Thierry Maulnier; “EL DOCTOR Y LOS DEMONIOS”, de Dylan Thomas; “UN FENIX DEMASIADO FRECUENTE”, de Christopher Fray… un bagaje de producciones concretadas en sólo tres años (y me estoy olvidando de algunas), que me hubieran servido de trampolín para convertirme en “un realizador importante”. ¿Importante…? ¿Qué es “ser importante” frente a la posibilidad de concretar un sueño, en el cual la “importancia” a nivel personal no interesa…?. A los 34 años, casi por casualidad, logré concretar mi sueño, anhelado largamente, de crear UN TEATRO UNIVERSITARIO DE REPERTORIO, que terminó siendo este “TUBA-El Teatro de la Universidad de Buenos Aires”, cuyo derrotero histórico de casi una década ocupa las páginas de este Blog, armado en base a testimonios dispersos, a partir del año 2010, cuando ya hacían 27 años que el TUBA había tenido que cerrar sus puertas, hostigado con perversidad digna de mejor causa por la propia Universidad que le ponía su membrete en los programas de mano. Llegar a los 76 años con los recuerdos vívidos de haber hecho algo tan portentoso como aquel TEATRO UNIVERSITARIO DE BUENOS AIRES, es un privilegio que agradezco a la Providencia y una modesta invitación de mi parte (como viejo “aconsejador” que intenta seguir enseñando algo valedero a los jóvenes con los que quise trabajar siempre), a no prenderse en burdas tentaciones de “tener éxito fácil” y “ganar plata fácil”, porque todo eso pasa pronto y no deja nada. En cambio, una travesía llena de desafíos, de necesidad de entrega total de las energías creadoras y sobre todo del entusiasmo más desinteresado por aportar algo a los otros, como puede ser la creación de TEATROS UNIVERSITARIOS, TEATROS LIBRES, TEATROS NO COMERCIALES, TEATROS CON ACCESO GRATUITO PARA EL PUBLICO EN GENERAL, TEATROS DE REPERTORIO, donde los clásicos y los modernos convivan armónicamente… eso es trabajar por una ancianidad llena de recuerdos hermosos, como es esta ancianidad mía de hoy, que cumplo mis 76 años. “Gracias a la Vida, que me ha dado tanto”, aunque habiendo nacido en el día de San Cayetano, tuve que trabajar mucho para hacer todas las cosas que hice… ¡Y qué saludables que fueron todas esas fatigas…!!!.
En la foto, año 1975: primera temporada del TUBA, estoy libreto en mano, en el escenario del Teatro San Martin, durante la función inicial de “EL SAINETE RIOPLATENSE”, una cabalgata en la que intervinieron los primeros cien integrantes de ese Teatro, que durante nueve años ininterrumpidos congregó una corriente de público multitudinaria, brindando obras nunca representadas en Argentina de Esquilo, Moliere, Plauto, Terencio, Georg Buchner, Jean Racine, Anton Chejov, Henrik Ibsen, Alexander Puchkin y muchísimos autores más.